Javier Moro: "“A nuestros héroes no se les puede olvidar”"
Javier Moro: "“A nuestros héroes no se les puede olvidar”"

Dos médicos, una enfermera y más de 20 niños parten de España en 1803 en una corbeta hacia los territorios de ultramar para vacunar contra la viruela a millones de personas.

Todos los detalles de esta ambiciosa, arriesgada e histórica expedición filantrópica, financiada por el rey Carlos IV, ha sido novelada por el escritor español Javier Moro en A flor de piel, que hoy, a las 17.00 horas, será presentada por el autor en la Sala José María Arguedas, ubicada en el recinto de la FIL-Lima 2015 en Jesús María.

¿Cómo llega usted a dar con esta historia?

De casualidad. Yo no sabía nada de esta historia hasta que visité el Jardín Botánico de Madrid. Las directoras me dijeron que nunca nadie iba allí a hurgar en los papeles y que tenían material estupendo de todas las expediciones españolas históricas. Me llamó la atención esta por el hecho de que se utilizaron niños pobres, abandonados, para llevar a cabo una enorme hazaña para salvar al mundo. Me hizo gracia esa mezcla de ambición, de quijotismo, porque no tenían los medios para hacerlo. Sin embargo, lo consiguieron.

¿Cuál fue el papel que jugaron estos niños?

Ellos transportaron el virus de la viruela, que era una enfermedad como el cáncer hoy, causaba auténtico terror. Se había descubierto picaduras de viruela en la momia de Ramsés II y en América había causado estragos porque la población autóctona tenía muy poca defensa ante la viruela, morían como chinches. El rey había vivido el horror de la viruela muy de cerca, porque su hija había sido víctima de la viruela, había quedado ciega; su otra hija había sufrido secuelas espantosas; y su tío había muerto de viruela. Entonces, el rey reunió a los médicos de su corte para buscar una solución.

¿Cuál fue esa solución?

Un inglés (Edward Jenner) acababa de inventar la vacuna contra la viruela. Él descubrió que la viruela que segregaban las vacas era inmune al ser humano y la protegía de la viruela mala, la humana. Ese descubrimiento cambió la historia de la humanidad. A partir de allí, los médicos presentaron varias ideas. Una de ellas era llevar vacas contaminadas en barcos. Claro, eso no era posible. Al final, llegó un médico alicantino llamado Balmis con una idea muy peregrina, pero genial. Dijo que la única manera era llevarlo con niños huérfanos. La idea, que al principio parecía una locura, un disparate, acabó prendiendo. Y para cuidarlos contrataron a Isabel Zendal, que es la protagonista del libro.

¿Qué personaje le llamó más la atención?

Los tres. Creo que los he recordado de una manera muy humana, con sus fallos y sus problemas. Balmis era imprescindible porque era el más terrestre de todos, era vanidoso, tenía una gran ambición profesional y filantrópica. Luego estaba Salvany, que era el héroe por excelencia, el que lo daba todo por lo demás. Y luego está Isabel, que busca la vida que en España no podía tener por haber sido madre soltera. Ellos salen a salvar al mundo, pero también a sí mismos. Todo gira alrededor de Isabel. Era una mujer de un origen muy pobre, que nunca hubiera podido salir de su aldea sino fuera porque su madre la obligó clases de alfabetización. Esa pequeña diferencia marcó toda su vida, porque luego le dio ventaja a la hora de que la contratasen como criada y a la hora de que la contratasen rectora del hospicio. Ella me interesó porque también necesitaba una identidad nueva. Cometió el error de enamorarse de la persona equivocada, él la engañó, la dejó abandonada con un hijo. Y esa mancha ella se la quería quitar como fuese.

¿Esto representó algo positivo detrás de todo lo malo que ocurría en España en esa época?

Fui positivo pero fue nada. Fue un rayo de luz en la noche del imperio. Pero no deja de ser un esfuerzo quijotesco, una historia bonita, no deja de ser extraño que haya caído completamente en el olvido. Nadie se acuerda de esta gente, ni en España ni en ningún sitio.

¿Qué espera tras la publicación de esta novela?

A mí gustaría que sirviese para reivindicarlos de alguna manera. No se puede olvidar a nuestros héroes. Yo creo que es una historia que se debe enseñar en los colegios. Me gustaría que se les hiciese justicia porque es una buena historia, transmite valores interesantes, y que habla bien de la ciencia española, de la medicina española.