“Un día tendrás que publicar: ‘Murió Cattone’”, dice Osvaldo Cattone
“Un día tendrás que publicar: ‘Murió Cattone’”, dice Osvaldo Cattone

Osvaldo Cattone tiene 84 años y solo piensa en vivir. Entiende que, a su edad, la vida es más incierta y se puede terminar al salir del teatro La Plaza, donde tiene el papel de un anciano que padece el mal de Alzheimer, o en cinco años. Por eso quiere seguir actuando, si es que aparecen personajes con sus canas, para sonreír en el escenario a pesar de las adversidades de la historia. Y también para hacer reflexionar al público, con carcajadas incluidas, sobre el momento tenso en que André, su protagónico, sufre una pérdida de memoria.

¿Cómo se siente después de cada puesta en escena de El Padre?

Termino con una cierta densidad porque toda la obra es una batalla perdida. Yo soy un hombre dinámico (en la obra, hablo de mi personaje), energético, insolente, con un yoísmo muy particular, muy acostumbrado a hacer lo que quiere. Y de pronto el alzheimer, que me sofoca, va ganando una batalla, porque yo lucho, lucho, lucho, pero mi lucha es estéril. El alzheimer termina por vencerme, termino en una gran soledad. Todo enfermo de alzherimer es un clavo ardiendo en cualquier familia, es una enfermedad que no tiene retorno, que termina con la muerte. Además, como la niñez va desarrollándose hacia la adultez y la vejez, el alzheimer es una regresión: va desde la vejez a ser niño y a la muerte, o sea vuelves como al nacimiento.

¿Qué necesita un actor para llevar un papel tan difícil como el de André?

Creo que necesita, sobre todo, solidez emocional. Porque en los primeros ensayos todas las escenas finales, que son de una gran tristeza, no podía hacerlas, no podía expresarlas: me ganaba la emoción. Ahora controlo mucho más eso, me he acostumbrado más. Además, la respuesta del público es fantástica porque todas las noches nos aplauden de pie. Yo creo que el papel llega en un momento muy interesante de mi vida. Lo pensé mucho porque dije: “No sé qué puede pasar, cómo mi ego se va a resentir al ser dirigido por un director más joven e inexperto”, pero realmente (Juan Carlos) Fisher me demostró una gran capacidad.

Esta obra llama a reflexionar acerca de una enfermedad que es poco entendida y que lleva prejuicios, como los comentarios del congresista Bienvenido Ramírez…

Eso (decir que leer mucho causa alzheimer) fue una brutalidad. Me llamó mucho la atención que un señor que ocupa un escaño público tenga esa definición tan burda. Yo creo que se equivocó y después trató de explicarlo. Pero también es verdad que, como dijo alguien, hay tres cosas que no pueden detenerse: la flecha salida del arco, la oportunidad desaprovechada y la palabra salida de la boca.

En una entrevista, Ricardo Darín dijo que todo artista necesitaba salir del confort. ¿Lo ha vivido con su salida momentánea del teatro Marsano?

Sí, no lo pensé ahora para ti, pero lo hice para mí. Lo pensé en otro momento. Es verdad. Ya la cosa se rutiniza un poco, es como el matrimonio, yo creo que a una cierta edad es bueno tener un buen amante o una buena amante. Está bien volver a la juventud. Yo creo que sí, es una salida de la rutina, es una salida de una zona donde yo soy el dueño y dispongo: yo elijo el vestuario, el decorado, los actores, determino la obra. Me vine a otro lugar y realmente estoy aprendiendo mucho.

¿Es la última vez que va a actuar?

No. No lo sé. Lo dije, pero creo que si aparece un viejo o hay un personaje como este, valdrá la pena. Mientras esté vivo tengo que tener la posibilidad de cambio. Yo no soy espartano ni una persona cuadrada que digo esto será así. Yo no sé lo que me reserva el destino, no sé lo que me pasará, si me moriré al salir del teatro o dentro de 5 años o dentro de 10. No sé lo que pasará conmigo. Yo vivo al día, estoy en este momento y aprendí a vivir al día y a gozar lo que estoy haciendo.

¿Qué viene después de esta experiencia con El Padre?

Cuando salga de aquí, seguiré dirigiendo en el Marsano. Seguiré actuando y dirigiendo hasta que el destino lo decida. Creo que una persona de 84 años, como yo, ya no tiene retorno. Tú tienes toda una vida por delante. ¿Qué edad tienes?

23 años...

Imagínate, te faltan 60 años para llegar a mi edad. La vida también va a pasar y rápido. A veces me acuerdo de cosas que hice a los 23 años y que de pronto sucedieron hace 60 y me parece que ocurrieron hace 4 o 5 años. Voy a seguir trabajando hasta que mi capacidad (me lo permita) y después me retiraré a cuidar a mis perros, qué sé yo. O esperaré la muerte, porque todo va a llegar. Un día tendrás que publicar: “Murió Cattone”. Y así será. Es un hecho que puede ser doloroso para los que quedan, pero es inexorable.

Usted, ¿le tiene miedo a la muerte?

Mucho. Sí, mucho. Más que el miedo a la muerte... yo quiero que me cremen y que no quede nada de mí, no quiero estar en una tumba abandonada. Los muertos terminamos en una tumba que nadie visita, ni los hijos ni nadie. Quiero que me cremen y me esparzan en cualquier parte o que me tengan en una repisa, no lo sé, porque igual el cuerpo se destruye. Si no es el fuego, será con los microbios, los bichos, los bacilos. No es que le tema a la muerte, me apena dejar de vivir porque soy un tipo que ama profundamente la vida, pero va ser inexorable. Lo único que espero es que no sea doloroso. Yo creo que hay un cierto momento en que tú no puedas defenderte por ti mismo y hay que irse. Hay que irse.

DATO.

Osvaldo Cattone, director de teatro. Nació en Buenos Aires en 1933. Dirigió El hombre de La Mancha (1988), Las mariposas son libres (1975), Annie (1997), entre otras obras.

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