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Desde que una pareja decide casarse hasta el día en que finalmente suben al altar, ocurren muchas cosas.

Al principio es posible que la familia de uno o de otro se ofrezca a cumplir con determinados gastos pero no lo consideren como algo concreto hasta que se sienten a elaborar un presupuesto real.

Paso 1: ¿De cuánto disponen?

Si al momento de tomar la decisión no disponen de mucho, es mejor que se proyecten a futuro y empiecen a ahorrar. Háganlo de preferencia en una cuenta de ahorros independiente. Si creen que hay algo que podrían hacer ustedes mismos, como rotular las invitaciones, evítense el gasto.

Por ejemplo, si tienen alguna amistad que haga videos profesionales o se encargue de maquillar, pregúntenle cuánto les cobraría y tomen nota de los montos.

Paso 2: ¿Cuáles son sus prioridades?

Tienen que ponerse de acuerdo en qué aspectos de su ceremonia son más importantes para ustedes. Quizás podrían reducir invitados y aumentar un plato o prescindir de los arreglos florales si el salón que alquilan ya los incluye.

A la hora de escoger entre uno y otro gasto, es mejor ser realistas porque de lo contrario, terminarán con una boda magnífica y muchos meses de pagar deudas.

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