“Adolf Hitler también escuchaba los yaravíes de mi padre”
“Adolf Hitler también escuchaba los yaravíes de mi padre”

Si estuviera vivo la fiesta se hubiese armado en la picantería La Josefa, con la casi inmortal edad de 124 años, a repunte de guitarra y voz en cuello, se hubiese cantado yaravíes, polcas y marineras, pero sobre todo hubiésemos entendido el fervor de un artista que dedicó su vida a querer esta tierra mediante la música.

Es por ello que la forma más directa de acercarnos al reconocido compositor e intérprete Benigno Ballón Farfán es a través de su hijo Reynaldo Ballón, quien se ha comprometido con la labor de su progenitor. Diario Correo conversó con él sobre su trabajo de recopilación de partituras e instrumentos y del proyecto de montar un museo del ilustre patriarca de los Ballón.

¿Qué ha recuperado de su padre? 

Ha sido un trabajo de muchos años. Tengo 100 partituras originales de sus composiciones entre ellas la canción Alba Serrana, escrita con su puño y letra, todas al Colegio Militar Francisco Bolognesi, una canción a la revancha hecha para los abogados. También tengo los guiones de los programas que hacía en las radios. Recuerdo que mi padre componía al escuchar mi abuelita Francisca, por ejemplo los yaravíes de Melgar, él abre los ojos a la música al escucharla. Hemos recuperado su sello; nos lo dieron deshecho, hemos buscado las piezas para reconstruirlo. Aquí tenemos una réplica de su piano, no pudimos encontrar el original, pero si alguien lee esto y sabe algo sobre el paradero de este o de sus otros instrumentos como su guitarra, nos gustaría saber, estamos aquí en Siglo XX 223. Con todo esto, me gustaría hacer un museo para que la gente conozca el trabajo y su importante legado.

¿A dónde tuvo que viajar? 

Viajé a Alemania, ahí me enteré de una historia que no podía creer. Antes las radios eran la tecnología más avanzada y resulta que por 1945 cuando Hitler estaba en el poder, sintonizaba la radio para escuchar los yaravíes y composiciones de mi padre, cuando llegué a Alemania fui a un museo donde pude ver las radios y también encontré testimonios.

¿Qué recuerda más de él? 

Ahí está su foto, muchos dicen que me parezco a él. Cuando nazco, mi padre tenía 43 años, somos 16 hermanos, solo quedamos 8 vivos. Mis mayores vivencias son en mi niñez, esta era la casa de su mamá, mi abuelita Francisca, aquí hacía sus ensayos con su orquesta. Él llegó aquí en 1915 cuando recién se inauguró el hospital Goyeneche, estuvo hasta el 12 de julio de 1957, cuando falleció.

¿Y la casa de San Francisco?

Fue su primer hogar hasta los 18 años, mi abuelita compra su casa en el callejón Cristales, aún hay cosas que se conservan. Sería bueno que exista la posibilidad que alguna institución la compre. Cuando la estaban reconstruyendo, recurso que mi padre me contó sobre un tapadito de 100 libras esterlinas, sospechan que hay otro, pero ahí sigue la casa.

¿Qué lugares preferían su padre y usted? 

Mi padre amaba las picanterías, decía que eran la universidad, porque ahí se concentraban los intelectuaenseñaba, pero para pasear conmigo y mis hermanos, le gustaba mucho Sabandía, allí se inspiraba para realizar sus composiciones, por ejemplo la famosa Lecherita. También recuerdo que iba a visitar a mi madre a Umachiri, Puno. Cuenta él que cuando estaba a punto de llegar lo agarró la noche y durmió a la intemperie, ahí se inspiró para componer la canción Alba Serrana, la canción empieza con una introducción en quechua alabando al dios Sol. También le gustaba mucho escribir artículos sobre urbanismo, siempre fue un hombre que le inquietaba saber más.

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