GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Una pequeña carta colgaba de un globo verde mientras éste se elevaba en el cielo serrano al ser liberado por los esposos Ana María Martínez y Teódulo Dongo. Eran poco más de las 13 horas de ayer cuando, ellos junto a otras centenas de familiares llegaron al Esperanza Eterna en  para participar de esta singular actividad por el ‘Día de Los Muertos’. Dice Ana María que es la primera vez que participa de esto y ayer llegó al cementerio para visitar las tumbas de sus compadres y sobrinos que murieron hace años en un accidente de tránsito. A pocos metros de ella está doña Juana quien tiene inconvenientes en amarrar la carta que será elevada por su globo. “Te extraño, eso le he escrito a mi papá Oswaldo Caso quien en unos días cumple dos años de haber partido por una grave enfermedad. Ahora este mensaje se va hacía el cielo como símbolo de amor”, dijo Juana al liberar su globo que se eleva hasta perderse en el horizonte.

OCOPILLA. En el día de los Todos los Santos y en el Día de Los Muertos, los vivos invadieron los cementerios con su alegría. En “Los Ángeles de Ocopilla” ubicado en lo alto del cerro desde donde se ve todo la ciudad de Huancayo, los familiares del chofer Wilton Quispe Porta zapatearon su huaylarsh y guapearon el santiago al pie del nicho, como fue la última voluntad del finado. “Hace un año falleció mi hermano y por eso hemos traído a la orquesta para que su almita se sienta feliz”, comentó meláncolica Herlinda Quispe. Muy cerca Justina viuda de Antonio Quispe Huarcaya preparó el almuerzo para su fallecido esposo. Alrededor del difunto, comieron los hijos, nietos, sobrinos y después amenizaron con unas cervezas ante el incesante calor. De esta manera se celebra a los difuntos en el Valle del Mantaro.

POBRES. En Ocopilla están las tumbas de los más pobres. Algunos difuntos no tenían el enchapado de mayólica, sino solo pircas de piedras hacían distinguir, que bajo tierra había un cadáver. Muchos dolientes concurrían con herramientas para limpiar la maleza que durante un año creció en el camposanto.

Los niños y ancianos aprovecharon para cargar agua y arreglar flores para los difuntos mientras las vivanderas vendían comida típica.