Columna: El juego de los extremos
Columna: El juego de los extremos

La juramentación de los congresistas del nuevo periodo no ha hecho más que confirmar la fractura tremenda e insubsanable -al menos por ahora- del andamiaje central de la política peruana. Esta fractura se exhibió con creces en la campaña, sobre todo en la segunda vuelta electoral, pero ha parecido recrudecer en este acto capital de ayer en el Congreso.

El Frente Amplio y Fuerza Popular han mostrado los dos lados de esta dinámica poco menos que perversa pero real, y que amenaza con quedarse anquilosada. Ha sido la previa de esta juramentación un preludio de lo ayer vivido: la resistencia de los izquierdistas a juramentar ante el hijo del sátrapa preso y responsable político de los crímenes de lesa humanidad que tanto dolor y resquemor causó entre ellos.

En suma: antifujimorismo versus fujimorismo. Pero los lados más extremos de ambos. El antifujimorismo rabioso de los que marcharon en campaña contra Keiko Fujimori, y el antifujimorismo nacido del dolor y el trauma, como ha sido el caso de Indira Huilca, que ayer juramentó por la memoria de su padre caído a manos del grupo Colina.

El fujimorismo también puso lo suyo en esta jornada reveladora de ayer, con esa proclama en contra del retorno del terrorismo, un guiño indubitable con sabor a respuesta a Huilca y al ala izquierdista del Parlamento.

Pero también, en los días previos, ha sido el fujimorismo más ortodoxo y crudo el que ha lanzado mensajes truculentos al Frente Amplio desde las redes sociales y desde las palabras arteras. Becerril y Tubino, entre otros, mostraron las armas más álgidas.

Y el discurso de Kenji Fujimori, el “albertismo” como el lado más bravo de Fuerza Popular, y la fractura puesta de manifiesto en hemiciclo. Se vienen tiempos difíciles y el Congreso será escenario de una batalla aparte.

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