El maniqueísmo del “escuadrón”
El maniqueísmo del “escuadrón”

En el año 2008, cuando este diario publicó en portada que la Fiscalía solicitaba cadena perpetua para  y un grupo de policías implicado en una serie de matanzas extrajudiciales, se incendió la pradera. No solo fueron los involucrados y la gente que lo rodea quienes insinuaron que le hacíamos el juego a la delincuencia, sino incluso varios periodistas, colegas nuestros, hombres de prensa que deberían ser los primeros en comprender el deber de los medios de informar hechos de interés público. Claro, la irrupción de la delincuencia había sido tal en la ciudad que hasta ciertos periodistas habían decidido dejar su visión profesional de lado para ponerse junto a los uniformados y de lo que consideraban la defensa de la ciudadanía.

El llamado caso “Escuadrón de la Muerte” ha seguido su curso con idas y vueltas y con un saldo hasta ahora favorable a Elidio Espinoza. Eso sí, en un proceso que increíblemente se ha prolongado durante años interminables. Pero lo que no ha cambiado en cierta forma es el maniqueísmo interesado que desde los defensores del hoy alcalde de Trujillo se ha extendido a gran parte de la opinión pública. Porque sí, eso de decir que una sentencia contra Elidio Espinoza y los siete policías hubiese significado favorecer al hampa no es otra cosa que maniqueísmo puro y duro. No, señores, a Elidio Espinoza y a siete policías no se les ha juzgado ni se les acaba de absolver por haber combatido al hampa. A Elidio Espinoza y a los siete policías se los ha juzgado por haber presuntamente secuestrado y asesinado a cuatro personas (grábenselo bien y repítanlo una y otra vez si es necesario) que no tenían antecedentes delictivos. Ese es el quid del asunto: la muerte extraña, sospechosa, de personas que no tenían que ver con el hampa, a manos de policías que aseguran haber hecho uso de su legítima defensa en un enfrentamiento cuya existencia no ha podido ser aclarada.

La justicia por ahora le favorece al alcalde y a los siete policías. La Fiscalía apelará porque considera la sentencia “aberrante”. Ojalá se acabe pronto este proceso que tiene a ambas partes en suspenso y en un vía crucis exasperante. Pero que todo se desarrolle en el ámbito de lo real, sin presiones, sin prejuicios, sin maniqueísmos interesados porque es la verdad, siempre la verdad, la que más sufre y padece y pierde en estos casos de versiones difusas y generalizadas.

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