No esperen a junio
No esperen a junio

En junio no habrá ningún terremoto en el Perú con epicentro en Brasil. Olvídense. En junio no habrá ni tsunami ni fin del mundo con las delaciones del caso Lava Jato. No habrá más de lo que por ahora ya se sabe. Y por eso los Humala siguen negando cualquier propina en millones de dólares por parte de Odebrecht para su campaña electoral. Por eso Alejandro Toledo continúa haciéndose el escurridizo en los Estados Unidos. Por esa misma razón Alan García y sus defensores, capitaneados por Mulder, muestran su confianza y hasta aconsejan esperar -como si supieran todo, hasta cuántas comas y cuántos puntos y aparte contienen esas delaciones- a la información que saldrá de Brasil en junio.

“Si hubiera algo (contra García) ya se habría filtrado, ya se sabría”, ha dicho Mauricio Mulder, no con poca razón.

Y, mientras tanto, una fuente de la Fiscalía ya le confirmó a la revista Caretas que lo que venga de Brasil no agrandará el legajo de lo hasta ahora conocido. En consecuencia, hay más “carne” en los indicios hasta ahora hallados y trabajados que en lo que saldrá de Brasil.

La lógica, además, nos dice que no debemos confiar ciegamente en las delaciones. Y no porque no contengan verdades, sino porque estas pueden ser selectivas. Los grandes corruptores, con Marcelo Odebrecht a la cabeza, pueden estar contando la verdad, pero en el caso del Perú solo una parte de la verdad, pues es en Brasil donde tienen ellos sus entripados por resolver.

Odebrecht ha declarado oficialmente que pagó 29 millones de dólares por coimas en nuestro país. Pero desde que esta empresa está en el Perú ha ejecutado 64 proyectos de infraestructura que suman 45,000 millones de soles, es decir, algo menos de 15,000 millones de dólares. ¿Debemos creer, por sentido común, que la compañía corruptora solo coimeó en dos obras y dio un aporte de campaña a un candidato, y punto?

La carretera Interoceánica es uno de los proyectos capitales de esta trama de megacorrupción. Toledo está acusado justamente de recibir 20 millones de dólares en sobornos. Pero las adendas millonarias que aumentaron hasta cuatro veces más el precio de esta obra (4,500 millones de dólares llegó a costar) se dieron en los posteriores gobiernos de García y Humala. La otra obra en cuestión, el tren eléctrico de Lima, por el cual funcionarios del segundo gobierno aprista están hoy presos, también se incrementó en más de 400 millones de dólares. ¿Vamos a pensar que todo eso fue “gratis”? ¿La empresa de la megacorrupción recibió estos beneficios sin ningún trato de por medio?

Y están, aún bajo la sombra, los grandes proyectos en provincias. Desde Chavimochic hasta Olmos, el mismo Gasoducto Sur, del cual el exhombre fuerte de Odebrecht, Jorge Barata, ha dicho que no hubo soborno alguno.

¿En serio debemos creer que solo existió la coima que estos delincuentes de saco y corbata declaren?

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