Trujillo: El singular sentimiento de ser sanjuanista
Trujillo: El singular sentimiento de ser sanjuanista

Puede sonar hasta pretencioso para más de uno, pero no, no lo es. La verdad es que ser sanjuanista tiene serias implicancias especiales, implicancias sentimentales. Hablamos aquí de orgullo, de frente en alto, de emoción, de gallardía. Hablamos de gritos eufóricos y de piel de gallina.

Esto lo sabe mejor que nadie quien ha estudiado en el Colegio Nacional de San Juan, pero lo saben también quienes no han pisado sus aulas. El director de este diario, por ejemplo, mi buen amigo Renato Sandoval, quizás también con la intención de persuadirme de escribir este texto, ha reconocido el sentimiento arraigado que se manifiesta en cada aniversario de la institución, sobre todo.

“No hay exalumno más identificado con su colegio que el sanjuanista”, reconocía Renato, exestudiante del colegio Claretiano, hace pocos días.

PROMO. Es que sí, pocas veces, en otros colectivos, se ha visto esa complicidad que existe entre los excompañeros sanjuanistas. Porque cuando has estudiado en el San Juan, y compartido carpetas y años de vida estudiantil con otros como tú, ya dejas de ser, en cierto modo, tú. Ahora eres un “promo”.

Por eso, cuando llegas a un bar de la ciudad y en la puerta reconoces a un rostro sanjuanista, sabes que tendrás una facilidad. “Pasa nomás, promo”. O cuando vas en búsqueda de algún funcionario o representante de alguna entidad y te das con la sorpresa de que se trataba de un sanjuanista que estudió y egresó en el tiempo que tú, y recibes el “pero me hubiese dicho que eras mi promo”.

A veces, cuando te chocas con alguien cuyo rostro se te hace familiar pero no recuerdas su nombre, basta con un “hola, promo”. Otras veces, no necesitan ser exactamente de la misma promoción. “Me hubieses dicho que eras sanjuanista como yo, cómo no me vas a decir eso desde un comienzo”, me dijo mi amigo Hugo Aldave, destacado docente y estudioso de la filosofía, alguna vez.

MARCHA Y DEPORTE. Pero hay sanjuanistas más privilegiados que otros en esta especie de hermandad. Son los que alguna vez han desfilado representando al colegio o los que han jugado fútbol o básquetbol u otro deporte. Ellos son aún más hermanos, más identificados, y tienen -por decirlo así- un estatus especial.

Fuera del colegio, cuando se es un exalumno, también el deporte hermana. Es, en realidad, el preludio de una jornada que suele ser de las más temidas por las esposas de estos adultos que juegan a ser estudiantes otra vez entre el fulbito y el full vaso.

Claro, existen también aquellos que nunca marcharon representando a los colores canarios sanjuanistas, sin embargo llegan a hacerlo cuando se convierten en exalumnos. Claro, ahora no importa ser alto ni tener porte ni marchar bien; solo se trata de participar. Y no hay mortal no sanjuanista sobre la tierra, les aseguro, que tenga una remota idea de lo que se siente cuando pasas por el estrado principal de la Plaza de Armas mientras la gente que acude a ver el desfile te aplaude.

DESTACADOS. El Colegio Nacional de San Juan cumple hoy 163 años de vida y, como toda institución histórica, tradicional y emblemática, tiene a personajes de renombre y trascendencia entre sus egresados. Es así que han pasado por sus aulas el escritor huamachuquino Ciro Alegría, el mismo que escribió “El mundo es ancho y ajeno” y “Los perros hambrientos”, entre otros. Ciro Alegría además tuvo sus primeros pininos como escritor, pero sobre todo como periodista, en el mismo colegio.

El poeta Marco Antonio Corcuera es otro nombre que se suma a esta lista, así como el arqueólogo Walter Alva. Hay, por supuesto, más nombres que destacar y que no alcanzarían en esta página.

La historia del Colegio Nacional de San Juan es además la historia del coraje y el patriotismo, plasmada en el célebre Batallón San Juan, integrado por docentes y estudiantes en plena Guerra del Guano y del Salitre. De ahí lo de glorioso.

Una gloria que a veces se hace terrenal, que aterriza en medio del entusiasmo y la hermandad entre sanjuanistas, que se funden en un abrazo en el que se conjugan generaciones de todo tipo. Por eso ser sanjuanista es otra cosa, otro sentir, todo un mundo aparte.

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