Lambayeque: Los otros cinco “congresistas” lambayecanos que miran alto
Lambayeque: Los otros cinco “congresistas” lambayecanos que miran alto

El pasado 22 de julio, prestaron juramento los 130 integrantes del Congreso de la República para el periodo 2016-2021, todos ellos representantes de su respectiva región y elegidos por voto democrático.

Sin embargo, mientras la expectativa se mantiene en torno al trabajo que realizarán los parlamentarios en los próximos cinco años, crece también la interrogante sobre qué tanto estarán a la altura de lo que la población requiere en cuanto a propuestas legislativas que repercutan en el desarrollo del país.

Y aunque suene sencillo, quienes tienen muy claro que aún existe una gran tarea pendiente para mejorar el sistema político en el Perú, son cinco jóvenes lambayecanos que acaban de ser elegidos para ser parte del Parlamento Joven, un programa que les permitirá vivir la experiencia de proponer, debatir y aprobar iniciativas legislativas, todo ello en el próximo encuentro nacional que se desarrollará en septiembre dentro del mismo Congreso.

PREPARACIÓN. Solo en , más de 200 jóvenes se inscribieron este año para ser parte del programa Parlamento Joven. Poco más de 50 pasaron un primer filtro y fueron capacitados virtualmente en temas de gobernabilidad. Finalmente, en medio de una reñida competencia, solo cinco fueron los seleccionados para representar a la región.

Se trata de Martín Bernabé Rivera, Vieyra Alcántara Huertas, Alexandra Chirinos Tuesta, Ana Ubillús Ticlla y Bruno Samamé Astonitas. Lo primero que se puede notar al conversar con estos cinco estudiantes universitarios, además de su energía y su común interés por la vida política del país, es que están dispuestos a seguir creciendo.

Teniendo en cuenta que, a diferencia de muchos de sus “pares” elegidos en abril, estos cinco jóvenes fueron capacitados y tuvieron luego que superar una evaluación, la pregunta de cajón es: ¿Creen que esto debería ser un requisito para llegar a ser congresista en el Perú? ¿Nos aseguraría contar con legisladores más productivos y comprometidos con su región?

“Yo pienso que a la hora de poner requisitos más bien estaríamos restringiendo la democracia. Soy de la idea de que se debe ver una alternativa para formar técnicamente y también políticamente a la ciudadanía”, señala Martín Bernabé, quien recalca que, en esa línea, debería ser obligatorio para los partidos políticos contar con estas “escuelas de gobernabilidad”.

“El primer filtro deben ser las organizaciones políticas. Si estas presentan a una persona que tiene una formación política, una base y conocimientos técnicos, entonces vamos a tener a alguien que nos va a representar como debe ser”, apunta Vieyra Alcántara.

La cuestión, no obstante, lleva a discutir sobre la institucionalidad de los partidos políticos en un medio en el que, sin ir más lejos, son muy frecuentes los constantes “cambios de camiseta” a la hora de participar en los comicios.

“Ni siquiera hay institucionalidad partidaria, porque muchos de los representantes para cada partido no son militantes, son personas que han llegado como golondrinos porque tienen alguna aspiración política y han sido invitados”, menciona al respecto Alexandra Chirinos. Ella también coincide en que se necesita una formación tanto para los aspirantes a ocupar un cargo público, como para los mismos votantes.

TRANSFUGUISMO. “Creo que todo nace de cómo funciona el sistema político en el Perú, porque no es solamente el Congreso, sino que todo el sistema político está mal y debe reformarse, porque los partidos, como se dijo, no tienen institucionalidad, y el clientelismo, el transfuguismo, son lo que abundan”, expresa Ana Ubillús.

Como consecuencia, según concuerdan los cinco estudiantes, se tiene que casi siempre los electores no votan por una ideología o por convicciones políticas, sino por “el rostro que más nos agrada o más nos identifica, o el que más conocido se hizo”.

Bruno Samamé considera que el transfuguismo es “una de las razones principales para que el sistema político del Perú y, en específico, el Congreso, esté tan menospreciado como institución. Si un candidato está hoy en el Apra, por ejemplo, y por cuestiones internas deja de estar de acuerdo, considero que debe tener la posibilidad de buscar otra opción, pero no en un plazo tan corto, debe haber un tiempo establecido por ley”.

Para los jóvenes, este cambio constante es el resultado de que muchas de las mencionadas personalidades no piensan en hacer carrera política al llegar a un partido, sino simple y llanamente en ganar una elección. La conclusión, como señalan de manera tajante, es que el transfuguismo se ha convertido en un verdadero “cáncer” que debilita a los partidos políticos y debe ser cortado de raíz.

CORRUPCIÓN. Resulta inevitable, a estas alturas, hablar sobre el otro “cáncer” que carcome al país y alcanza, incluso, al Congreso: la corrupción, un problema que, de plano, tienen claro que no se solucionará de la noche a la mañana, pues sus bases se encuentran en la misma formación a nivel familiar y en el día a día.

“Considero que es un tema que se resuelve con la educación y que además se trata de un problema humano. Una vez escuché que el colegio no es para formar, sino para reforzar lo que ya viene de casa. Tiene que ser una cuestión dual, casa y sistema educativo”, menciona Martín Bernabé al respecto.

Vieyra Alcántara agrega que la corrupción es “una vanalización del mal. Todo lo malo se ve como algo bueno o normal, pues estamos acostumbrados a eso, a pagar por un favor aunque sepamos que está prohibido por la ley”.

A su vez, Alexandra Chirinos apunta que la corrupción se ha incrustado en las instituciones a tal punto que estas no logran hacer un trabajo articulado para solucionar problemas como la inseguridad ciudadana. Ella, además, dice apoyar la figura de la ”muerte civil” como un medio para sancionar a quienes no cumplen adecuadamente su labor.

Ana Ubillús y Bruno Samamé también concuerdan en que se trata de un problema humano, cuya solución no solo pasa por mejorar el funcionamiento de los organismos de control, sino en promover programas sociales que lleguen realmente a la población y que además sean parte de políticas públicas que permanezcan en el tiempo. La tarea, en ese sentido, nos compete a todos como Estado.