El gobierno está cobrando venganza. La denuncia contra la periodista Rosana Cueva y “Panorama” es un escándalo que debe, ya mismo, movilizar a quienes creemos en el periodismo independiente, y su función de fiscalizar a los que administran recursos públicos.

Cueva, y su reportera Karina Novoa, denunciaron en abril la malversación de los dineros de la inteligencia en el VRAEM. Buena parte de esa plata se usó en cualquier cosa, menos en la lucha contra los Quispe Palomino; facturas en restaurantes suculentos, pintura y -lo que es peor- en colaboradores que nunca dieron información al comando sobre la banda de narcoterroristas que controla parte de esta zona del país. O sea, corrupción pura y dura.

La coartada contra los periodistas es torpe y atrevida. Los acusan de mostrar documentos secretos. Pero en el reportaje de Novoa aparece el general EP César Astudillo, quien comandó el VRAEM cuando ocurrió esta malversación. En esa entrevista, Astudillo, varios generales y la funcionaria Sara Alcántara vieron los papeles que hoy el gobierno reclama como clasificados. ¿Por qué ahí mismo Astudillo y compañía, al tener enfrente esos documentos, no le pidieron a Novoa que deje esos papeles tan secretos y cruciales para la seguridad nacional?

La acusación a “Panorama” es la revancha de Nadine Heredia, Ollanta Humala y Pedro Cateriano. Ese programa puso en el ojo público las agendas de la Primera Dama y la “luz verde” de Cateriano cuando fue ministro de Defensa. Han encontrado una manera burda para empapelarlos. Valakivi y su procuradora son meros instrumentos de una vendetta. No pasarán.