Que la comunicación informativa, el producto del periodismo, las noticias, se ha banalizado, se dice con mucha facilidad. Es que las cosas no ocurren por generación espontánea de la naturaleza, como los rayos o las mareas. Estos procesos ocurren porque hay personas que quieren que ocurran, que hacen que sucedan. Cuando, hace muchas décadas, los periodistas (o los comunicadores de hoy) aprendíamos que en el proceso (emisor-mensaje-canal-receptor) todos eran elementos neutrales, que solo la intencionalidad provenía de la fuente. Es cierto que también el emisor podía tener una intencionalidad no puramente informativa, pero eso ya era un defecto, no atendía al deber ser de las cosas. Por eso en la verdad informativa se separaban claramente los géneros de opinión y, naturalmente, la publicidad (comercial) y la propaganda (política e ideologías), tanto que estas últimas se apartaron, como otras especialidades profesionales. Y no es que la publicidad o la propaganda tengan que aceptar la mentira, simplemente sus mensajes tienen o apelan a otros aspectos del conocimiento y conducta de la persona, con más elementos de subjetividad. Luego vendría toda esa revolución que McLuhan vaticinó en “el medio es el mensaje” y que ha evolucionado, como en efecto dominó, en lo que hoy conocemos como “posverdad”. De otro lado, los periodistas andábamos divididos por formatos según la naturaleza de la tecnología del medio: escrito, radial, televisivo. Hoy esa segmentación no reviste mayor trascendencia; lo normal y corriente es moverse en todos los formatos. Hoy la clasificación importante parece estar marcada según la vocación que te une a la comunicación, para quién trabajas y para qué audiencias y con qué finalidad. Esta nueva división profesional de la comunicación (con independencia de la naturaleza técnica del medio), unida a la influencia del “nuevo medio” (las redes sociales) en proceso de maduración, es lo que parece estar colocando a la verdad informativa en confuso papel social. En realidad, no es nada nuevo, por más que las nuevas tecnologías más estén relacionadas con el oráculo de Delfos que con las computadoras. Lo explicaremos luego.