Seiscientos comerciantes se quedarán en la calle
Seiscientos comerciantes se quedarán en la calle

Seiscientos comerciantes que llevan hasta 40 años vendiendo en las vías públicas del mercado de Piura quedarían en la calle luego del desalojo, pues no calificaron para obtener un puesto en la exfábrica San Miguel, a pesar de cumplir con los requisitos exigidos por la comuna piurana.

Como se recuerda el año pasado la gestión obrista calificó a más de mil 200 comerciantes para la reubicación, entregando en unos casos un certificado de posesión y en otros hasta un carnet que los acreditaba como conductores de sus nuevos puestos. Empero el proceso fue cuestionado porque varios stand habían sido otorgados a personas que no eran comerciantes.

PROBLEMA HEREDADO. Así las cosas el nuevo alcalde, Oscar Miranda inició un proceso donde se publicaron hasta tres listas de beneficiarios, donde finalmente quedaron mil 24 comerciantes calificados. Al culminar este proceso en mayo de este año el gerente de Servicios Comerciales, Humberto Toro consideró que solo 150 de los que ocupan las vías públicas quedarían sin puesto, a pesar de contar con SISA (impuesto diario que se cobra a comerciantes), recibo de luz o boletas de venta, documentos requeridos para comprobar su actividad comercial en las vías públicas y acceder a un puesto en la exfábrica San Miguel.

“Hay personas que se que merecen un puesto, inclusive adultos mayores que me piden hasta llorando por un puesto, pero con todo el dolor de mi corazón les tengo que decir que ya no hay lugar”, expresó Humberto Toro.

SON MÁS. No obstante estos casos de comerciantes sin rumbo fijo cuadruplicarían la cifra estimada por el funcionario.

“Son 150 solo del jirón Gonzalo Farfán, pero a nivel de todo el mercado son por lo menos 600 comerciantes con este problema. Es cierto que los nuevos empadronamientos han reducido el número de personas que no son comerciantes, pero todavía hay infiltrados en la exfábrica”, declaró el secretario general de la Asociación de Comerciantes Minoristas Textiles (Acomitex), Edgar Becerra.

El dirigente señaló que la poca capacidad de la exfábrica San Miguel es una de las causas por la cuales no se concretó el retiro voluntario.

Becerra advirtió que esta situación causará que los comerciantes semifijos, es decir quienes tienen puestos metálicos y de madera asentados en las veredas, se conviertan en ambulantes.

“Lo único que causará es trasladar este problema a otras calles. Esas personas que no tienen donde ir ya están armando sus carretas para convertirse en ambulantes . No encuentran otra alternativa porque tienen carga familiar”, aseguró.

Este es el caso de William Valencia, vendedor de sandalias de 45 años, quien lleva 30 trabajando en las vías publicas.

“Ahora por el temor de desalojo tengo mi puesto cerrado, pero estoy saliendo a recorrer mi mercadería para tener aunque sea para comer. Tengo hijas que estudian y no sé cómo hacer si me botan de aquí”, refirió.

ESPERAN. Esta situación causa que varios comerciantes como Lucía Mendoza, de 70 años, quien lleva más de 40 años vendiendo calzado en la avenida Gonzalo Farfán, visite a diario y hasta realice vigilias en la exfábrica San Miguel con la esperanza de alcanzar uno de los puestos que serán revertidos a quienes no los ocupen, como lo anunció la municipalidad.

La septuagenaria tiene que cargar a sus espalda la responsabilidad de mantener a su madre de 89 años, Leonela Chinchay, quien actualmente está delicada de salud.

“Soy fundadora de este lugar” (dice sonriendo), mientras su gesto se transforma en tristeza cuando su desgastado rostro deja ver la preocupación por no saber como sustentará a su familia.

“Presenté mi SISA y mi recibo de luz, salí en la primera lista, pero luego me retiraron. Me dijeron que ponga un abogado para la reconsideración, pero con las justas hay platita para llevar algo que comer”, contó Lucía.

PRÉSTAMOS. A pesar de la incertidumbre, los vendedores continúan trabajando, pero con la preocupación de no saber como cumplir con los préstamos que usualmente hacen para invertir en su negocios.

“Debo 40 mil soles y me faltan todavía dos años de este préstamo. Lo único que me queda es coger mis bolsas para irme a ofrecer mi mercadería al Bajo Piura”, dijo María Mulatillo, vendedora de sandalias de la intersección de los jirones Blas de Atienza y Gonzalo Farfán.

Dejando de lado la preocupación, María de 42 años, quien trabaja en el mercado desde los 17, continúa laborando para mantener a sus 3 y hijos y su sobrino, todos estudiantes; sin embargo es consciente que no hay muchos clientes y tiene que bajar sus precios. Por ejemplo si antes unas sandalias de mujer costaban 15 soles, ahora las ofrece hasta por 10 soles.

NO HAY PUESTOS. Otro es el drama de Luz Cruz de 39 años, quien labora desde hace 10 vendiendo ropa en el jirón Gonzalo Farfán.

Luz cuenta que a pesar de haber sido operada en dos oportunidades, durante los meses de enero y febrero fue todos los días a la exfábrica San Miguel y se enfrentaba con un aviso que decía “No hay puestos, no insistir”.

“Habían unas colas enormes y la gente se peleaba, pero solo entraban unos pocos elegidos”, recuerda, mientras se quiebra su voz y llora de impotencia porque no sabe como hará para mantener a su padre de 75 años.

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