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La situación que muestran las encuestas con respecto a la intención de voto hacia Alan García podría ser un espejismo. Es el líder aprista un candidato de temer, ayer y hoy, hábil y portador de aquellas características que ya señalaba Maquiavelo hace siglos para estas cuestiones de la política: la virtud de tener algo de león, pero también algo de zorro.

Además García tiene en el electorado peruano su aliado ideal para remontar la situación que, por hoy, parece condenarlo.

En el año 2001, pese al recuerdo aún fresco de las tropelías acreditadas de su primer gobierno que lo convirtieron en los noventa en un reo contumaz, estuvo cerca de ganar las elecciones con sus versos de Calderón de la Barca y con las propuestas populares (o populistas, si prefieren) que lo “blanquearon”, apenas unos años después de haber sido un apestado de la política, pues -ahí están las pruebas colgadas en YouTube- hasta sus propios compañeros pedían en su momento la proscripción definitiva de García.

En el 2006, otra vez García hizo uso de sus consabidas habilidades de candidato y condenó a Lourdes Flores con el rótulo de “la candidata de los ricos”, para, tras pasar a una segunda vuelta con una fina diferencia (que Flores atribuyó a las “mesas”), derrotar finalmente a Humala convenciendo a la mayoría de que él era el mal menor porque el mayor era Hugo Chávez y su “ahijado”.

Hay algo en lo que muchos no reparan con relación a Alan García: el voto escondido a su favor. Yo no tengo demasiadas dudas con respecto a las encuestas, es decir, pienso que si bien no son exactas ni determinantes, grafican el momento y la tendencia. Pero no olvidemos que existe mucha gente -y eso lo sabemos aún más en el norte- que votará por él, pese a no manifestarlo. Llámenle vergüenza o miedo al qué dirán. Las encuestas, en ese sentido, no pueden detectar lo que el consultado atesora como un secreto que solo dará a conocer en la intimidad de las urnas.

Así que mal hacen quienes pretenden darle prematuramente los óleos santos a García. Él es un candidato de polendas, como lo calificó el extinto Jorge Torres Vallejo, el exalcalde trujillano aprista que se alejó del Apra en los últimos años antes de morir. Pero, como también lo dijo el mismo Torres Vallejo, García conoce como pocos candidatos la idiosincrasia del peruano, y de eso se aprovecha.