Claudia Salazar: “Legalizar aborto por violación sería justo”
Claudia Salazar: “Legalizar aborto por violación sería justo”

Tres historias crudas e intensas, ambientadas en la época del conflicto armado interno y protagonizadas por una periodista, una campesina y una senderista, son narradas por la escritora peruana Claudia Salazar Jiménez en su novela La sangre de la aurora (Animal de Invierno), con la que el mes pasado ganó en Puerto Rico el Premio de las Américas a la mejor obra de ficción publicada en 2013.

A propósito de este reconocimiento y de la tercera edición de su novela, la autora nos habla del trasfondo de su obra desde Nueva York, donde radica desde hace diez años.

¿Cómo surge la idea del libro y el tema?

Nació en un taller de narrativa en Nueva York en 2007. Inicialmente tenía la idea de hacer un relato breve, un cuento de ocho páginas, donde quería comparar los años de terrorismo en el Perú con lo que pasó aquí (Nueva York) el 11 de setiembre de 2001. Pero cuando hice la versión final, la parte de Nueva York ya no entró.

¿Cuánto cambió la idea inicial?

Cambió mucho. No me interesaba escribir una novela sobre el conflicto armado. Quise abordar la mirada femenina de la historia que no había sido contada. La novela se centra en la violencia contra la mujer, que ocurre en cualquier conflicto armado en el mundo.

¿Abordar el tema de la mujer lo tuvo claro desde el inicio?

Eso sí, el tema de la violencia y la mirada femenina ya estaba desde el inicio. Se ha escrito muchísimo sobre el conflicto armado en Perú y las miradas siempre son las mismas. Yo sentí que hacía falta esa mirada, la otra mirada, más que femenina, la mirada marginal.

¿Recurrió a documentos históricos?

Hay un trabajo de documentación, pero la novela no es reflejo fiel de la realidad. Yo usé varios archivos de la Comisión de la Verdad (y Reconciliación), sobre todo la parte que tenía que ver con las violaciones sexuales a las campesinas. También me fijé mucho en los testimonios que se dieron en audiencias públicas, que fueron muy desgarradores, y tuve que documentarme mucho sobre la ideología de Sendero Luminoso.

¿Por qué decide incluir en su novela sexualidad y erotismo en pleno conflicto armado?

La cuestión sexual en la novela es importante porque tiene que ver con la idea de narrar la historia desde otro punto de vista. No olvidemos que la sexualidad es uno de los elementos más importantes para configuraciones de poder. En procesos de guerra, el cuerpo, no solo femenino, es sumamente violentado y destruido. Así que incluí la sexualidad porque no quería hablar exclusivamente del dolor de los cuerpos, sino también del goce y del deseo femenino. Era importante romper lo normativo.

En su novela, las campesinas son violadas por terroristas o militares y quedan embarazadas. ¿Usted está de acuerdo con que en este caso la mujer vejada aborte?

Yo estoy a favor de que la mujer violada tome su decisión. Ella no tomó la decisión de salir embarazada, fue contra su voluntad. Creo que el único resquicio de dignidad que le queda con respecto a su cuerpo es decidir si quiere llevar el embarazo adelante o no. Yo creo que la ley justamente apunta a eso. Está el asunto del trauma. “Lo quiero porque es parte de mí”, “lo odio porque me hace recordar lo que me hicieron”. Ese juego horrible está allí. Por eso yo creo que no es justo someter a nadie a ese tipo de traumas. Una ley que apruebe el aborto por violación sería algo mínimamente justo para intentar, tal vez, que las víctimas sean resarcidas.

Hay pasajes poéticos en su novela, sobre todo en las partes más eróticas...

Sí. A pesar de que hay un contexto muy horrible, me interesaba construir personajes completos y, si haces un personaje completo, hay que darle todo, no solo una racionalidad, no solo una manera de actuar, no solo un contexto donde actuar, sino también erotismo y deseo. Y en el caso de la campesina, fue crucial darle por el lado de la sexualidad porque es atípico retratar mujeres mayores o niñas en esa situación. Hay una mirada un poco paternalista sobre la campesina y creo que la novela rompe un poco con eso. Hay que ponerle sexo, hay que ponerle cuerpo. Del autoerotismo femenino tampoco se habla mucho. Los críticos no le toman mucha atención a esa parte y se van más por el lado del conflicto armado. Si te olvidas de la parte sexual de la novela, estás dejando un aspecto importante. Está la sexualidad ahí y no puedes saltártela.