Escultor del conocimiento en Ayacucho
Escultor del conocimiento en Ayacucho

Miguel Ángel Vallejo contagia de su apetito voraz por la literatura, por la música, por el arte, son pocas las materias que desconoce, le encanta comentar y adelantarse a los hechos, con la sonrisa de un niño, con la complacencia de un virtuoso. Lo acompaña siempre un cigarrillo y su mochila multiusos.

¿Cómo te sientes después de decirle adiós oficialmente a tu entrañable Elefanta Flor?

Sorprendido aun por cuánto ha crecido Flor, y agradecido porque me permitiera contar sus aventuras.

Cuando los lectores huamanguinos te pidieron ambientar una novela en la ciudad de los campanarios accediste feliz, ¿puedes hacer lo propio en cualquier género literario?

Fue un pedido que no pude resistir. Si ocurriera de nuevo lo tomaría como una felicitación de parte de los lectores, y cumpliría. Pero ojo, mi relato “Pactos de familia” se ambienta en la Pampa de Ayacucho, así que quizá me esté volviendo hijo de estas tierras.

Has dado un vuelco a tu literatura infantil con tu “Monstruos de ayer, hoy y uno de mañana”

Sí, fue aceptar mis propios referentes: las historias fantásticas de mis familias andina y japonesa, como también películas, series de televisión, cómics y videojuegos de terror. Y claro, Borges, Kafka, Cortázar y otros referentes letrados.

Sé que tienes temores, por ejemplo a las cicatrices, pero ¿por qué permites que estos existan cuando tu sapiencia es mayor que tu debilidad?

Uno debe prestar atención a sus miedos. Estos existen por algo, nos quieren revelar aspectos ocultos de nosotros mismos.

El escritor Hans Rothgiesser está convencido que tarde o temprano los zombis serán una epidemia, ¿cómo ves el futuro del hombre?

Con problemas cada vez más globales pero a la vez con luchas locales más intensas. Pensemos en la reivindicación de las comunidades indígenas, luchas ecologistas o el derecho al libre pensamiento y a la opción sexual: son a la vez específicas en cada lugar, pero problemas de escala mundial que se organizan globalmente.

De tu abanico monstrual, ¿cuál es el más peligroso?

Dios es el jefe de los monstruos, al punto que lo adoramos. Pero los que más deberían preocuparnos son los herederos de la Criatura del doctor Frankenstein: humanos modificados genéticamente que se pretendan una élite superior, o robots con una inteligencia artificial suficiente para enfrentar a los humanos. Son los más reales y además próximos en el tiempo.

Se avecina el fin de la humanidad y no tienes cigarrillos, ¿cómo te enfrentas ante esta situación?

Siempre tengo cigarrillos. Si me tocara ver el fin del mundo, encendería uno en un lugar apacible mientras evoco los recuerdos más divertidos y tiernos de mi vida dando caladas largas y sabrosas.

Has presentado muchísimos libros, incluso escribiste tu propio manual, ¿con cuál disfrutaste más y con cuál no?

Me siento orgulloso de haber presentado Hombres de mar, de Óscar Colchado, una novela a la cual creo que la gran criba de la historia definirá como un clásico. Otro libro magnífico fue la ópera prima de Jorge Ureta Ureta, El caballero Tetrapaq, novela peculiar, ágil, con una trama y tratamiento magníficos. De los no tan buenos, ya dije lo que tenía que decir, o lo dejé entendido con mis silencios, como ahora.

Huamanga te tiene gran cariño y siento que es recíproco, ¿cuándo piensas afincarte en esta ciudad y cuáles serían tus propósitos?

Si me ofrecen un trabajo, bienvenido será. Un año en Huamanga me parece justo y necesario.