Mar de Copas: “No somos un grupo del recuerdo”
Mar de Copas: “No somos un grupo del recuerdo”

se acerca a los 25 años que cumplirá en 2018, y ya prepara un nuevo disco, un concierto con las canciones del primer álbum y un libro con la historia de la banda. A raíz de los dos conciertos benéficos unplugged que darán este 20 y 21 de junio en el auditorio del colegio San Agustín, Correo conversó con Wicho García (WG) y Manolo Barrios (MB), quienes confesaron que hubo un día (o varios) en el que el grupo pudo haber terminado.

¿Cómo fue el trabajo musical para montar el unplugged de Mar de Copas? 

WG: Ha sido un trabajo distinto, arduo. Porque abarca cada tema de una forma distinta y se busca, sobre la base, que es el tema, un arreglo que pueda incluir las capacidades de cada invitado. Repartimos punteos o las partes instrumentales. Simplemente, es una forma diferente de ver los temas.

¿Qué viene preparando la banda para celebrar sus 25 años en 2018? 

MB: Estamos planeando hacer algo grande. Tal vez un par de conciertos en el Gran Teatro Nacional, presentando el primer disco. Porque son los 25 años del primer disco. Será como su presentación oficial, pero 25 años después. Eso lo estamos planeando. Parece que sí va. Y ademas, un disco nuevo de todas maneras para principios del próximo año. WG: Será mejor (que salga el disco) el próximo año. Ya nos ha sucedido antes. Con mucha chamba, no atacamos bien los nuevos arreglos, las nuevas ideas. Lo mejor es separar un tiempo para eso.

¿Qué pueden adelantar de este nuevo disco? 

MB: Solo que es necesario sacarlo. Porque nosotros tenemos en claro que, a pesar de las apariencias, no somos un grupo del recuerdo. Somos un grupo que está muy vivo.

¿Ya tiene nombre? 

MB: No, todavía. WG: Es lo último que sale (risas). MB: Lo que sí te puedo contar es que se publicará un libro sobre la historia de Mar de Copas. Sale en julio. Random es la editorial que ha tenido la iniciativa. Se ha contratado a un escritor para que lo escriba y se presentará en la Feria del Libro. Es una biografía del grupo. Es toda la historia de Mar de Copas: desde el primer día hasta ahora.

Durante todos estos años juntos, ¿hubo algún momento en que quisieron dejar Mar de Copas? 

MB: Todos los días (risas). WG: Creo que el momento más crítico fue en el lapso en que no hicimos discos por casi ocho años. En algún momento de 2010 o 2011 nosotros nos reunimos para ver si realmente seguíamos o no. Fue una reunión para ver qué pasaba, si realmente íbamos a hacer un nuevo disco o si lo dejábamos ahí. Se decidió seguir y hacer un nuevo disco. MB: Lo que pasa es que veníamos del asunto de Un día sin sexo, que fue bien duro y nuevo para nosotros, porque se masificó el grupo. Fue la canción del año y eso te da hartos contratos. Eso te quita tiempo, sin darte cuenta, para componer, crear, grabar, para todo. Y es duro, al mismo tiempo. Desgasta. Tener un grupo es difícil. Siempre te estás planteando “sigo o no sigo”. Yo creo que es algo permanente.

¿Nunca fue por diferencias? 

MB: No, por diferencias nunca. Ha sido siempre por cuestiones del cansancio, lo difícil que es. Hay muchos obstáculos. Nosotros peleamos contra todo.

¿Después de todo esto les gusta tocar la canción Un día sin sexo?

MB: A mí sí me gusta. Y es raro que te diga eso de una canción de Mar de Copas.

WG: Me gusta. No me molesta. Hay otras canciones que me gustan muchísimo más. Huída. Morir un poco. Zamba. Enloqueciendo.

¿Y cuáles les gusta de las que siempre tocan?

MB: De las que tocamos siempre es más difícil porque los singles tocas tanto que le llegas a perder un poquito de mística. Sin embargo, Un día sin sexo no se me hace un single. Musicalmente no es como Dulce y veloz, Mujer noche. Es una canción mucho más seria. Así la veo yo. Yo creo que en cada disco hay favoritas, que no suele ser el single. En cada etapa del grupo. Por ejemplo, cuando salimos, a mí me gustaba Fugitivo pero ahora no la trago. O Tras esa puerta, en el segundo. Me gustaba CPAM. Me gustaba Siglo XX, ahora en este último. O Llévame, en Si algo así…

WG: Cada uno tiene gustos distintos. Digamos que hay una canción que todos disfrutamos casi al mismo nivel. Quizás Siglo XX o Edificio República.

Seis, que salió en 2013, fue bien recibido y el que más vendió en la historia del grupo. ¿Comparten la idea de que hacer discos en el país no es rentable?

MB: Nunca ha sido rentable. Para mí, siempre ha sido un instrumento de promoción para venderte a un grupo de concierto. Exactamente lo contrario que pasa en otros países. Para sacar y dar a conocer tu nuevo material. Pero nunca hemos vivido de eso. Indecopi mismo me ha dicho que hubo épocas en que nos pirateaban 150 mil discos al año. Cuando nosotros vendíamos 15 mil. Y nosotros: misios.

WG: Más que nada para que estén las canciones al alcance de la gente. Como carta de presentación, si quieres llamarlo así. Ya ahí están las canciones, vayan a los conciertos.

MB: Y para que los piratas se llenen de plata. Y para que el Estado le cobre la plata a los piratas. La cosa no termina con los piratas. No es gratis en lo absoluto. Al mismo tiempo, el Estado nos embarga a nosotros. Cobra coimas por permitir que nos falsifiquen, pero al mismo tiempo, a través de la Sunat, nos embargan.

¿El Estado siempre ha sido así?

MB: El Estado es el enemigo del artista. Así se comporta. Ahora está cambiando un poquito la cosa pero así se ha comportado siempre.

¿Qué ha sido la música para ustedes?

MB: Para mí una chamba. Una forma de ganarme la vida.

WG: Es lo que suena en mi cabeza todo el tiempo. Es la pulsión que uno tiene. Para mí es la pulsión que tengo en la cabeza. Todo el tiempo estoy pensando en música. Y lo tengo desde chico. Es más, estuve diez años luchando contra eso porque mi viejo quería que estudie una carrera. Y yo dije no, al final es esto lo que quiero hacer. Y es más fuerte que tú. Tienes que hacerlo.

MB: Yo no tengo pulsión. Yo creo que pudiera haber trabajado en cualquier cosa. Ninguna vocación, en ese sentido. Pero sí reconozco que es un medio de expresión, en que uno saca un montón de cosas de adentro. Eso es importante. Tiene sus cosas placenteras y otras no tanto. Supongo que soy mucho más feliz haciendo esto que si fuera abogado (risas). O tal vez sería muy feliz siendo un profesor universitario de Historia que haciendo esto. Porque yo veo muchos colegas músicos, como Wicho, que sí tienen la vocación de la música. Mi propio hijo: lo veo y es un músico. Yo nunca he sido; no es que me muera todo el tiempo por tocar. Sin embargo, sí es una manera de expresarte y sacar ciertas cosas. Es una manera de escribir, de sacar cosas de adentro y expresar cosas sensibles.

WG: Quiero ser camarógrafo de Nat Geo (risas). La otra pasión que tengo es la fotografía. Ahora estoy haciendo mi ‘chancha’ para tener una cámara decente. Lo hago simplemente porque me gusta. Si se publica o no es otra cosa. Es igualito con la música: hacemos las canciones y ya vemos qué hacemos luego con ellas.

¿Cómo ha sido su ingreso a la música?

MB: En mi caso, accidental totalmente. Es cierto que desde chiquillo, en mi casa, como mi mamá era cantante, nos hacían cantar en público todo el tiempo. Cantaba valses, zarzuelas. Me obligaban. Estaba en la universidad nomás. Y un día fui asistente en un videoclip de Miki González, en el año 86, y él me propuso ser técnico de escenario y yo atraqué. Me enseñaron ahí. Estuve diez años de técnico. Y en ese lapso aprendí a tocar un poco. Y así me fui convirtiendo en músico. Chebo Ballumbrosio me enseñaba a tocar guitarra. Y en los fines de semana, en el Carmen, me hacía tocar segunda en festejos y valses. Yo me acuerdo que pagaban en intis por tocar, en la hacienda San José, para turistas. Yo era el único blanco del grupo. De ahí fui haciendo grupitos de rock y poco a poco fui aprendiendo. Ya en los finales de los 90 me puse a estudiar en serio.

WG: Por pulsión. Si hay un inicio de esto, es cuando César Hildebrandt, el hermano de mi madre, cuando yo tenía nueve años, me puso un micro y me dijo habla. Me grabó y me cag… porque no dejé de grabar (risas). Además, tengo la música desde que tengo uso de razón. Mi mamá escuchaba música clásica y mis tías, The Beatles. Sonaban y sonaban. Recuerdo que mi abuelo nos regaló una fono maleta, de las que abres y la tapa son dos parlantes. Teníamos un tocadiscos, una colección de música clásica. Y, más adelante, yo me metí por la ventana al cuarto de Hildebrandt y escuché todos los discos que tenía. Él viajaba mucho por esa época y traía discos de todas partes. Recuerdo también que, cuando estaba en primaria, mi colegio tenía un coro y yo estuve dos o tres meses. Su repertorio era terrible y salir una hora después de clase no me gustaba. Así que lo dejé. Pero desde chiquito ya cantaba, aparte de que mi viejo era cantante.

Charly García cuenta que, cuando escuchó There's a place de The Beatles, se dio cuenta que podía hacer otro tipo de música además de la clásica que estaba aprendiendo. ¿Les pasó algo similar?

MB: No. Bueno, mi hermano era beatlemaniaco: los escuchaba las 24 horas. Entonces, lo tenía metidazo. Pero, en esa época, yo más escuchaba música de protesta. Eran los comienzos del 70. Víctor Jara, Ángel Parra, Los Chalchaleros, zamba argentina, lo que escuchaba mi papá, Piero. O la balada antigua de cierto tipo como Nino Bravo, Leonardo Favio, Doménico Modugno, lo que escuchaba mi mamá.

WG: Yo creo que hay un momento de tu vida en que hay un tipo de música, no necesariamente un grupo, que te hace querer hacerla. A mí me sucedió con lo progresivo. A partir de que empecé a escuchar progresivo en los 70, tenía la idea de que querían tener un grupo e hiciera esa música. Desde los once o diez años. A los once, en realidad, escuché un disco que me sacó la mie.... (risas). A los diez. Fue Led Zeppelin III. Antes escuchaba The Beatles, música clásica, Rafael, lo que escuchaban mis tías, Iracundos. Que te influencia bastante. Todo el pop mexicano de la época. Y lo otro que era Hendrix, Woodstock. Era muy pesado, yo no lo entendía. Me parecía muy agresivo, ruidoso. Pero escuché ese disco Led Zeppelin III, que tenía un lado acústico y otro eléctrico, aparte de armonías rarísimas. Y eso me llamó mucho la atención y a partir de ahí comencé a escuchar Floyd, y escuchaba el programa de Gerardo Manuel, que pasaba una movida raraza de la época y ahí empecé a escucharlos. Comencé a buscar a los músicos, no solo lo que me llegaba por ahí. A partir de ahí, más o menos.

¿Qué es lo que están leyendo o han leído últimamente?

WG: El libro Año 313: invención del cristianismo. Sobre la propuesta que tiene el autor de que el cristianismo se inventó. No existió ni Cristo ni nada, simplemente Costantino contrató a un par de huevones escribas, los tuvo doce años escribiendo, porque necesitaban una sola religión. En esa época, la sociedad era un chongo con tantos dioses. Es una investigación de más de veinte años y ese libro está interesantísimo.

MB: Fíjate la coincidencia. Yo estaba leyendo una historia de la Edad Media que es de Constantino hasta Dante. Pero también pasando por judíos y musulmanes. Es un libro de los años 50. El autor se llama Will Durant, que es un investigador alemán. Es una historiografía clásica que ahora recién se ha puesto en valor de nuevo. Y también te enseña exacto cómo se hizo todo la porquería, cómo se consiguió que la Iglesia Católica..., paso a paso, y con pruebas historiográficas. Está todo probado. Pura política antipagana. El rito católico. Más allá del evangelio, que puede ser pajísima, el rito católico es pura política antipagana.

CIFRAS

2 discos sacaron en 2013: Seis y Lado B, que fueron bien recibidos.

18 singles lanzó Mar de copas, como “Dulce y veloz” y “Fugitivo”.

2 conciertos harán para beneficiar las obras sociales de los jesuitas.

PERFIL

Mar de Copas

Banda peruana de rock

Se formó en 1993 con Manolo Barrios, Wicho García, Toto Leverone, Claudia Salem y Phoebe Condos.

Tiene seis discos de estudio publicados.