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Cuántas veces no escuchaste sobre los numerosos beneficios que brinda el hacer ejercicios, tanto para la  como el estado de ánimo; sin embargo te cuesta muchos practicar algún deporte o incluso hacer ejercicios en casa o salir a trotar.

¿Por qué nos cuesta tanto hacer ejercicio? Si pensabas que solo es por cuestión de flojera, hay otras razones por las que no te ejercitas y tal vez no sea totalmente tu culpa. Y es que no estar activo físicamente no pasa por tu falta de voluntad, sino por el simple hecho de cómo eres.

"Por experiencia se debe a una condición o predisposición genética ligada al somatotipo de cada persona. Para alguien endomorfo es mucho más difícil cualquier actividad física que para una persona del grupo ectomorfo o mesomorfo, y eso hace que tengan más predisposición a llevar una vida más perezosa. Si hacen ejercicio es más por recomendación médica", señala a BBC Juan Francos Marco, licenciado en ciencia deportiva del Centro Alto Rendimiento.

Para el experto en la evolución biológica del ser humano, David Lieberman, se debe a nuestros ancestros. En su trabajo "¿Realmente es el ejercicio una medicina? Una perspectiva evolutiva", el profesor de Harvard explica cómo nuestros antepasados tenían la tendencia de reposar y guardar energía cuando no estaban obligados a someter al cuerpo a exigentes jornadas de caza o se trasladaban de un lugar a otro.

"Entonces es natural y normal ser físicamente flojos. Nuestro instinto ha sido siempre ahorrar energía. Durante la mayor parte de la evolución humana eso no tenía relevancia porque si querías poner comida en la mesa tenías que trabajar realmente duro", dijo en referencia a que en aquellos tiempos no era fácil encontrar la cantidad de alimento necesaria para balancear las calorías que se quemaban cuando se salía de cacería.

Al diario The Washington Post, Lieberman señaló que en la vida moderna no se necesita el mismo esfuerzo físico ya que las máquinas y la tecnología nos hacen la vida mucho más fácil, pero que hemos "heredado sus instintos" de reposar cuando no es necesario estar en movimiento.

Sin embargo, para el profesor Bradley Cardinal, de la Universidad de Oregon, también se debe al aspecto social que tiene un efecto negativo en las personas. En muchos círculos en que nos desenvolvemos, sea con amigos o profesionalmente, está mal visto no hacer ejercicio y no se entiende que la actividad física se debe llevar como algo natural, incluso cuando se decide no hacerla.

Zona de confort. Sherry Pagoto, profesora de medicina de la Universidad de Massachusetts, lo más difícil es poder superar el rechazo psicológico que se genera por las situaciones incómodas del ejercicio físico. "Sudar, pasar frío, sentirse sin aliento, los dolores musculares o el sacrificio que implica son elementos que juegan constantemente con la mente, que suele entrar a menudo en una confrontación con la voluntad de las personas", explica.

Por ello es importante entender la realidad en la que cada persona ha vivido.

"La cultura y la educación toman un aspecto relevante, indicó el profesor Marco, del centro Alto Rendimiento en España; pues "si nunca se ve a nadie de tu familia o de tu entorno practicar deporte o hacer ejercicio será difícil se que se sienta atraído a hacerlo. En caso contrario el niño lo incorpora como algo implícito para el resto de su vida", explicó.

"Otro factor que condiciona es la motivación. La gente quiere resultados rápidos porque asocian que hay un sufrimiento que requirió mucha voluntad y disciplina. Si no ven la recompensa aparecen las dudas y abandonan", subraya.

"No hay nada reprochable con el hecho de que algunas personas son simplemente más perezosas y otras por naturaleza son más activas", añade..

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