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El presidente ruso, , tuvo que soportar este sábado las críticas de líderes occidentales por su papel en la crisis ucraniana durante la cumbre del G20 en Brisbane (Australia).

Una fuente de la delegación rusa bajo anonimato llegó a declarar que el líder ruso acortará su agenda el domingo, último jornada la reunión, centrada en las crisis internacionales, la inestabilidad económica y el ébola.

"Su programa para la segunda jornada [del domingo] ha cambiado y ha sido acortado", dijo a la AFP esa fuente, que descartó que el mandatario se marche por la presión de las potencias occidentales.

El mandatario participará en las reuniones de la cumbre pero no estará presente en el almuerzo oficial de clausura de la reunión, aunque atenderá a la prensa antes de partir. El delegado restó importancia a esta ausencia alegando que la comida era "más bien un entretenimiento".

"Putin se irá sin duda alguna cuando todo el trabajo haya sido completado" aseguró el portavoz de Putin, Dimitri Peskov, a una radio rusa.

Ucrania continua poniendo a prueba la habilidad del selecto club para hacer que su peso económico se traduzca en eficiencia a la hora de resolver las crecientes diferencias diplomáticas que se imponen como un nuevo muro entre Rusia y Occidente, al más puro estilo del periodo de la guerra fría.

"Está claro que estas tensiones geopolíticas no son beneficiosas para promover el crecimiento" mundial, declaró la jefa de gobierno alemana, .

Su gobierno informó en Berlín que una colaboradora de su embajada en Moscú fue expulsada, aparentemente en represalia por la salida de Berlín de un diplomático ruso.

Un comunicado del Kremlin aseguró que las entrevistas de Putin con Merkel y el jefe de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, sobre Ucrania fueron "amplias y detalladas".

SENTIMIENTOS CONFLICTIVOS

Desde el viernes, víspera del inicio de la cumbre en esta ciudad al este de Australia, los países anglosajones multiplicaron las críticas.

"Amenaza para el mundo", en busca de la "gloria perdida del zarismo", agresor de países más pequeños: Estados-Unidos, Australia o Gran Bretaña no se han mordido la lengua.

Según la prensa canadiense, el primer ministro Stephen Harper, habría sido incluso más directo con el mandatario ruso durante su primer encuentro el sábado, al espetarle: "Supongo que le daré la mano, pero solo quiero decirle una cosa: salga de Ucrania".

La  confirmó esta semana las afirmaciones de Kiev, que acusaba a Rusia de haber desplegado tropas y armamento militar al este de Ucrania, información que Moscú se ha obcecado en desmentir.

Desde el principio del conflicto, en abril, más de 4.000 personas, la mayoría civiles, han muerto en el enfrentamiento entre las tropas de Kiev y los rebeldes prorrusos.

Antes de Merkel y Juncker, Putin se entrevistó con otros líderes, como el primer ministro británico, David Cameron, y el presidente francés, François Hollande.

Con el primero hubo apretón de manos frente a la prensa pero no comenzaron a hablar públicamente, sino que hicieron una entrevista a puerta cerrada al margen de la cumbre, signo de la gran tensión que existe entre Londres y Moscú, según los medios rusos.

La prensa británica citaba a una fuente próxima a Downing Street afirmando que Cameron había sido "claro" al establecer la necesidad de respetar los acuerdos de Minsk del 5 de septiembre, que prevén un alto el fuego entre las partes de la contienda.

Gran Bretaña ya amenazó el viernes a Rusia con nuevas sanciones internacionales.

Por el contrario, en su reunión con François Hollande, los mandatarios iniciaron su conversación ante las cámaras, en un momento en que la cuestión candente (y evitada durante el encuentro, según una fuente francesa) para ambos es la entrega aplazada de dos buques de guerra de Francia a Rusia, que no se prevé que ocurra antes de la resolución del conflicto en Ucrania.

"Hay que hacer todo lo posible para minimizar los riesgos y las consecuencias negativas (que el conflicto tenga) para nuestras relaciones bilaterales", declaró Putin.

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