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Decenas de migrantes consiguieron, tras más de una hora de altercados con la policía este miércoles, penetrar en territorio húngaro desde Serbia, en el paso fronterizo de Röszke, ante unos agentes antidisturbios que se vieron desbordados.

Los migrantes lograron arrancar la alambrada levantada a través de las dos vías de acceso hacia Hungría y avanzaron dispuestos a enfrentarse con las fuerzas antidisturbios húngaras, que recularon unos cincuenta metros mientras lanzaban granadas lacrimógenas, constataron periodistas de AFP.

"¡Yalla!" (¡Vamos!) gritaban para animar a los migrantes más jóvenes, que lanzaban piedras de asfalto en dirección a los policías húngaros, con los ojos enrojecidos a causa del gas lacrimógeno.

Al caer la tarde, una veintena de policías serbios, que hasta el momento se habían mantenido muy discretos, intervinieron para tratar de hacer entrar en razón a los migrantes. El ministro serbio encargado de los refugiados, Aleksandar Vulin, acudió en persona para tratar de calmar la situación.

Por su parte, Budapest indicó que veinte policías húngaros habían resultado heridos en los disturbios con migrantes en Röszke.

"Veinte policías fueron heridos en altercados con migrantes", declaró Gyorgy Bakondi, consejero del primer ministro, Viktor Orban.

Anteriormente, el ministro de Relaciones Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, señaló que había pedido a Belgrado que hiciera uso de la fuerza para poner fin a los disturbios, pues la policía y el ejército húngaro no pueden intervenir en el lado serbio de la frontera.

Se trata del primer incidente de este tipo constatado desde que Budapest cerrara su frontera con Serbia en la noche del lunes para evitar la entrada de refugiados.

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