Escribo estas líneas mientras en el Congreso acaba de terminar la exposición del ministro de Economía y Finanzas, Alfredo Thorne, y los congresistas de diferentes bancadas han comenzado a hacer sus exposiciones. Personalmente creo que al funcionario le quedan pocos días en el cargo, sea porque renunció -algo que debió hacer días atrás, apenas se conoció el contenido del famoso audio- o porque el Poder Legislativo controlado por el fujimorismo lo censuró.

Pero más allá de eso, habría que dar una mirada a lo que sucede en el país mientras el ministro Thorne afronta la tempestad generada por un infeliz diálogo que se hizo público, pues nuestra economía ha tocado fondo. El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) ha indicado el jueves que en el mes de abril el Producto Bruto Interno (PBI) creció apenas 0.17%, la cifra más baja desde setiembre de 2009, cuando llegó a 0.15%.

Es verdad que en la preocupante cifra de abril de 2017 tiene mucho que ver el Niño costero, que golpeó en marzo y el feriado largo de Semana Santa. Sin embargo, la cifra mostrada por el INEI en poco o nada ayuda a llegar al menos a las estimaciones para este año, las cuales de por sí cada vez son más bajas. Recordemos que a fines de mayo el Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo la proyección del crecimiento del Perú de 3.5% a 2.7%.

Preocupante la caída del sector construcción (8%), que la manufactura siga en baja (2.2%) y que el rubro minería e hidrocarburos no se mueva. Felizmente la pesca se fue para arriba (101.1%), lo que ayudó a que la cifra global no sea negativa, aunque estuvo muy cerca de serlo. Pero eso ha sido todo. El INEI también ha dicho que, con estas cifras, en Lima se perdieron 55 mil puestos de trabajo entre marzo y mayo.

Entonces, queda claro que el gobierno de técnicos, más allá de lo que suceda con Thorne en el Congreso -aunque su suerte parece estar ya echada-, va a tener que trabajar mucho para revertir estas cifras que dañan los bolsillos de miles de peruanos. Si sobrevivimos a la impericia del gobierno de Ollanta Humala, el actual régimen está en la obligación de calentar la economía y bien podría comenzar con el destrabe de los proyectos que están pendientes.