Para los que fuimos reporteros en los años 90, el verano de 1998 fue uno de los más intensos y extenuantes, pues se produjo un descomunal fenómeno El Niño que a los periodistas de todos los medios nos hizo ir y venir de Tumbes, Piura, Lambayeque e Ica, donde dimos cuenta de ciudades inundadas por la lluvia y los desbordes, vías bloqueadas, puentes arrasados desde sus bases por los ríos y tierras de cultivos desaparecidas bajo el agua.

Una de las situaciones más dramáticas que me tocó vivir en medio de esas coberturas sucedió en el centro de Piura, donde el río crecido hasta el borde de su cauce arrasó de plano con el puente Bolognesi. Era casi el mediodía y me encontraba a pocas cuadras haciendo tiempo para tomar un vuelo a Lima, luego de estar ahí una semana. Junto con la estructura de concreto, fierro y cemento, las aguas se llevaron una combi, autos y mototaxis. Hubo al menos 12 muertos.

Sin embargo, los daños no solo estuvieron fuera de Lima, pues el 24 de febrero nos llegó la novedad a la Redacción de que el casi inexistente río Huaycoloro, en realidad un cauce seco ahí por la avenida Ramiro Prialé, se había desbordado y que sus aguas avanzaban por Campoy, malecón Checa (en Zárate), y que se aproximaban al Rímac y el Centro de Lima por Evitamiento, tal como sucede hoy, 19 años después.

Lo visto en las últimas horas, no hace más que comprobar que pese a las malas experiencias, a que hoy en las arcas públicas existen muchos más recursos que en el pasado y a que incluso la tecnología ha avanzado bastante como para prever este tipo de situaciones, nos encontramos igual o más expuestos ante eventos naturales recurrentes que tienen efectos no solo en algunas provincias grandes o pequeñas, sino también a pocas cuadras de Palacio de Gobierno.

Recién ha transcurrido la tercera parte de la temporada de lluvias en la sierra y si así estamos ahora, habrá que ver cómo llegamos a fines de marzo, tanto en provincias como en Lima. El premier Fernando Zavala ha admitido ayer que como país no estamos preparados para las emergencias. Y acá la pregunta de cajón: ¿teniendo en cuenta el daño que nos ocasionan eventos previsibles como las lluvias y los desbordes, cómo quedaríamos luego de un terremoto como el que se espera?

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