Entre agosto del 2008 y julio del 2011, ingresaron en calidad de nombrados al primer nivel de la Carrera Pública Magisterial (CPM) cerca de 30 mil maestros. Para ello rindieron una prueba clasificatoria nacional con nota mínima de 14 y luego fueron evaluados por comités de los colegios presididos por los directores en los criterios de: formación y estudios, experiencia, méritos e idoneidad profesional. Por varios factores, como la deficiente labor de varios directores, no se llegó a la meta de nombrar 45 mil maestros a la CPM. Actualmente hay más de 95 mil, de los cuales más de 65 mil corresponden a plazas orgánicas que son más del 25% del total de docentes (240 mil) del escalafón magisterial.

Según lo anunciado por las autoridades ministeriales, el 1 de marzo del 2015 se nombrarán solamente a 10 mil docentes. El concurso ya ha sido convocado. Más de 55 mil serán nuevamente contratados para el año escolar 2016 teniendo en cuenta solo la prueba nacional escrita. Como puede inferirse, un alto porcentaje de profesores seguirá laborando en una situación de inestabilidad profesional, social, económica y emocional que afectará la calidad de su trabajo pedagógico en los colegios. Esto no está bien porque el mejoramiento de la calidad educativa requiere la concentración del talento docente para tener profesores competentes.

No olvidemos que cuando un maestro ingresa a la primera escala de la carrera magisterial, lo hace en un marco de capacitaciones y evaluaciones permanentes de desempeño y méritos que los obliga a una superación continua y mejora de su desenvolvimiento profesional.

Ante esta situación, pregunto: ¿Así se revaloriza al magisterio nacional? ¿Así se estimula a los buenos egresados de la secundaria para que estudien educación? ¿De qué reforma magisterial estamos hablando en 5 años de gobierno educativo con cero profesores en las escalas VII y VIII, y solo 10 mil nuevos en la primera escala magisterial?