Hoy se cumplen 26 años de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño adoptada por la Asamblea General de la ONU mediante la Resolución 44/25 del 20 de noviembre de 1989. Al año siguiente, entró en vigor el 2 de setiembre de 1990, de conformidad con el artículo 49° de la propia Convención. Se trata del mayor instrumento internacional que regula derechos intrínsecos en favor de los cerca de 1200 millones de menores de edad que cuenta el mundo. Nunca antes la comunidad internacional pudo convenir un tratado tan orgánico que consagrara la protección máxima para los menores. Los niños son la alegría de los hogares y por su naturaleza de indefensión, el Estado está obligado a garantizar que puedan lograr su pleno desarrollo. La propia Convención ha establecido principios rectores en este propósito que son la no discriminación, el interés superior del niño, su derecho a la supervivencia y el desarrollo, y su derecho a la participación. No perdamos de vista que los niños vienen al mundo para ser felices y es deber de los padres y del Estado garantizar que sus vidas estén determinadas por el juego y el estudio; sin embargo, la realidad nos sigue mostrando lo contrario. Por los últimos acontecimientos en el mundo, muchos niños mueren por los conflictos o yacen en la condición de refugiados y desplazados. En el Perú, el 60% de ellos es víctima de castigos físicos y humillantes y el 41% de padres de familia reconoce que castiga a sus hijos con golpes, y por si fuera poco, en el 38% de los colegios estatales del país todavía se castiga físicamente a los alumnos. Un drama que solo la educación podrá doblegar.