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No hay un solo día en que la prensa nos deje de recordar que una mujer ha sido violentada. Ya sea por un amigo, pareja, familiar o por un desconocido con el que no quiso bailar, como es el caso de Sheyla Vílchez, joven de Trujillo que hoy está en riesgo de perder la vista porque su atacante no tuvo mejor idea que reventarle una botella en el ojo.

¿Hasta cuándo? ¿Qué estamos esperando? ¿No vamos a hacer nada? ¿O es que vamos a tomar acción y demostrar nuestra fuerza? El primer paso para ello es sencillo: romper el silencio. Vencer el miedo. No callarse y denunciar al agresor.

Es momento de dejar atrás el mito de que la violencia existe en todos lados y es parte de nuestras vidas. No hay insultos suaves o subidos de tono, ni golpes graves o leves: todas las formas de maltrato deben ser castigadas. Y es por ello que estoy trabajando en leyes que sancionen cualquier tipo de violencia, para que nunca más un agresor quede libre.

Somos mujeres y somos fuertes. Son 7 de cada 10 peruanas las que han sido violentadas por lo menos una vez en su vida, y ellas son las que necesitan saber que no están solas, que no tienen por qué sentir vergüenza de denunciar, porque somos miles las que apoyamos esta causa.

Es por ellas que vamos a marchar. Por ellas, por ti y también por mí. Por las que tienen hijos, por las que quieren tenerlos más adelante y esperan vivir en un Perú justo e igualitario. En un país libre de violencia de género y feminicidio. Que se escuche nuestra voz cada vez más fuerte. Nos vemos en la marcha este 13 de agosto #NiUnaMenos.