Julian Assange, el australiano activista cibernauta pero sobre todo fundador de los sonados WikiLeaks que hizo erizar a la CIA y el Pentágono, lleva más de 3 años y medio dentro de la embajada de Ecuador en Gran Bretaña debido a que existe una orden de detención que pesa sobre él desde Suecia y EE.UU. Tengamos en cuenta que mientras esté dentro de las paredes de la misión gozará de la protección concedida por el gobierno de Rafael Correa dado que el asilo es una prerrogativa del Estado, es decir, un derecho superior, pétreo e inopinable; sin embargo, bastará tan solo que se halle fuera de sus muros para que la Policía inglesa lo detenga y nadie podrá impedirlo porque está fundado en la soberanía del Estado, un atributo intrínseco a los Estados.

La ONU acaba de pronunciarse sosteniendo que su eventual detención, si acaso decide abandonar la embajada ecuatoriana, sería ilegal y arbitraria, pero francamente sus buenas intenciones no tienen carácter mandatorio sino únicamente de recomendación.

La capacidad coactiva de Inglaterra está intacta. Assange lo sabe y si quiere seguir conservando su integridad personal deberá permanecer dentro la embajada como Haya de la Torre que pasó 5 años en la embajada de Colombia aquí en Lima, pues Odría lo quería encarcelar.

El asilo desde la Paz de Westfalia (1648), que puso fin a la Guerra de los 30 años, es una garantía y no es incompatible con el respeto de la soberanía territorial.

Es verdad que en el caso de las embajadas como la ecuatoriana, estas gozan del principio de inviolabilidad de la misión diplomática, pero sería importante recurrir a la diplomacia para resolver el mejor destino o suerte para Assange.

TAGS RELACIONADOS