Es seguro que la semana que hoy termina pasará a la historia y no se borrará de la memoria de quienes la hemos vivido.

El protagonista ha ganado el puesto N° 1 en autoestima, sueños y delirios: el “doctor” César Acuña ha crecido lo suficiente, no en estatura, sino en vanagloria y soberbia, como para llegar a la cima del poder.

Las noticias se multiplican. Acuña no es solamente “doctor” por la Universidad Complutense de Madrid, mediante un título que está siendo ahora re-evaluado. También en la Universidad Santo Tomás de Bogotá han anunciado la probabilidad de anular el grado de “post-doctorado” en Educación y Cultura. La Dra. Marta Correa, responsable del Área, está dispuesta a revisar la tesis y verificar si resulta exacto que Acuña copió, literalmente, sin comillas y sin citar nombres, el trabajo de nueve autores. Piratería pura.

Después de una semana en la que todos nos hemos convertido en “expertos” en teoría y práctica de la elaboración de tesis universitarias, nos queda esperar el veredicto sobre la verdad y la honestidad que hagan estas entidades académicas extranjeras.

¿Se imagina el lector lo que significaría elegir Presidente de la Nación y entregarle responsabilidades a un individuo que no se respeta a sí mismo y mucho menos a escritores y personas honorables a los que “toma por asalto”? ¿Estará el oneroso asesor brasileño Sr. Favre haciendo el control de daños del caso en la campaña? ¿Nadie le avisó que después del eslogan “plata como cancha” venía el de “plagios como cancha”?