Es una lástima que a nadie se le haya ocurrido inventar un instrumento capaz de registrar las pulsaciones de una nación entera. En estos días al Perú le vendría bien, como mensaje y advertencia para futuras elecciones.

La tempestad no amaina y no se puede saber hasta qué punto el país sufre su inmerecido castigo: tener que ser víctima de “la gran transformación”, ahora convertida en “la gran corrupción”.

Esta vez no se trata de chismes. Las famosas agendas de la ciudadana Nadine son reales, tangibles y con letra uniforme. Los documentos son irrecuperables para la familia Humala-Heredia y forman parte de la investigación sobre los aportes al Partido Nacionalista. Más allá de su última victoria judicial, la señora ya no puede evitar la pericia grafo-técnica que determinará si fueron o no escritos por ella.

El resultado será la mejor respuesta a una de sus más sorprendentes afirmaciones sobre agendas que están “contaminadas”. Quizá se propuso deslizar la duda sobre quienes investigan en la Fiscalía y tienen el deber de esclarecer los delitos.

No está todavía dicha la última palabra en este sainete de “la gran tergiversación”. Si la señora Nadine tiene tan “buen ojo” para calificar elementos de prueba que dice “no haber visto”, entonces es tiempo de que nuestro país se dote de un aparatito detector de “contaminados” por dólares y soles mal habidos.