¿Qué tienen en común Marjorie Jiménez (exalcaldesa de Tumbes), Violeta Ruesta (exalcaldesa de Castilla, Piura), Jaime Urbina (alcalde de Pacora, Lambayeque), Noé Inafuku (expresidente del Consejo Transitorio de Administración Regional de La Libertad), Milagros Asián (esposa de César Álvarez, expresidente regional de Áncash)? Que todos estos se burlan de la justicia.

Incluso, algunos están en la lista de los más buscados y por sus cabezas hay un dinero pendiente. Ahí está la exautoridad tumbesina que en su último año de gestión (2014), en vez de acudir al banquillo agarró sus maletas y nunca más se le vio. A ella le persigue un delito por corrupción.

La misma suerte tiene Violeta Ruesta, quien era la todopoderosa de uno de los distritos más importantes de Piura. Involucrada en un juicio que se cortó más de 14 veces por la ausencia de algún procesado o de su abogado, la otrora alcaldesa castellana prefirió esconderse y no dar la cara a sus seguidores.

El alcalde de Pacora, Jaime Urbina, es un caso peculiar. Ganó las últimas elecciones en Lambayeque, en octubre de 2014, pero no pudo asumir sus funciones porque dos meses después fue declarado prófugo al estar metido en corrupción. Lo trágico es que tiene una orden de prisión preventiva, pero no ha sido vacado del cargo.

De Noé Inafuku, quien fuera presidente del Consejo Transitorio de Administración Regional en La Libertad durante el gobierno de Alberto Fujimori, no se supo más cuando cayó el régimen y la justicia comenzó a procesar a cada uno de los colaboradores de la corrupta gestión fujimorista. Dicen que corrió a Japón.

Milagros Asián, la esposa del preso y acusado de homicidio César Álvarez, está inmersa en el delito de asociación ilícita para delinquir, era parte de la maquinaria política de la exautoridad y desafió a la justicia gracias al Poder Judicial que primero le dictó comparecencia simple y luego pidió su recaptura. Para colmo, ahora dan recompensa por su paradero.