Si bien la paralización de docentes ha dejado en claro que estamos ante un gobierno débil, que ha terminado arrinconado por radicales y que además ha visto cómo se fracciona su ya débil bancada en el Congreso, la protesta puede ser una buena oportunidad para hacerle ver a los peruanos que pese a todo, en medio del desmadre, las leyes sí se cumplen y se sanciona como debe ser a los huelguistas y revoltosos que vienen haciendo lo que les da la gana.

En el caso de las sanciones y los descuentos a los profesores que no asisten a clase, sería bueno saber si en efecto esto se viene aplicando. La paralización ha sido declarada ilegal hace varios meses y, por lo tanto, el Estado no tiene por qué estar pagando a esta gente. ¿Ya se cerró el caño o seguimos de “ultimátum en ultimátum”? A dos meses de iniciada la huelga, uno de los participantes dijo en televisión que seguía cobrando como siempre.

Pero lo más importante es saber si el Ministerio del Interior está actuando de la mano con el Ministerio Público, para aplicar la ley penal contra aquellos que tomaron aeropuertos y hasta los accesos a Machu Picchu en un primer momento, y que ahora a diario intentan tomar la Plaza San Martín, luego de bloquear vías públicas como fueron la Panamericana Sur y la Carretera Central el miércoles feriado, y el jueves algunas arterias de Miraflores, San Isidro y el Centro de Lima.

Para la izquierda, arrestar a esta gente en flagrante delito penal y denunciarla es “criminalizar la protesta”. Yo creo que más bien es aplicar las leyes vigentes, algo que se debe de hacer en todo país civilizado ante sujetos que tienen derecho a reclamar, pero no con violencia ni afectando los derechos de los demás. Bloquear una pista, dañar una vía férrea o impedir el aterrizaje de un avión en el aeropuerto de Jauja no es reclamar mejoras salariales, es actuar con dolo.

Las leyes son claras y están hechas para cumplirse. Un gobierno débil como el actual bien podría apoyarse en dichas normas vigentes desde hace mucho, para hacernos ver a los peruanos que no todo es un desmadre y que en medio de todo lo malo que podamos ver a diario, siempre existe la posibilidad de que las instituciones y la legalidad se respetan, tal como debe suceder en cualquier país que se precie de ser civilizado.