El Perú nunca deja de sorprendernos, como la naturaleza. Hace dos años hicimos un inmenso derroche de dinero con los trabajos de prevención por el fenómeno El Niño. Hace un año, bien preparados, esperábamos las lluvias. Pero, solo fue susto. Recién ahora, cuando pensábamos que nada iba a pasar y bajamos la guardia, soportamos las precipitaciones en el norte del país.

Ante las catástrofes -en el norte, el centro y el sur del país-, el premier Fernando Zavala ha manifestado que “no estábamos preparados como para este tipo de cosas”, algo así como aceptar el error del gobierno central por no contar con un plan de prevención frente a los desastres naturales que nunca avisan, como se pueden dar cuenta.

La consecuencia es que la plata del Estado también se fue como un huaico. Desde mediados de 2015 al primer semestre del año siguiente se gastaron más de 100 millones de soles en trabajos de precaución en el norte del país. Detectaron las zonas vulnerables, limpiaron los cauces, sacaron las malezas para que los ríos fluyan y colocaron diques que eviten los desbordes, además de los mensajes de alerta para la población. Estuvimos precavidos.

Ha pasado más de un año y no hubo un trabajo de mantenimiento en los puntos de alerta, sobre los que gastamos millones de soles. Todos bajaron la guardia, y la población, que se burlaba de los pronósticos del Senamhi sobre las lluvias y las catástrofes, ahora está siendo afectada.

Esperemos que la reacción del gobierno sea rápida y eficaz, que atiendan a las familias que han perdido todo, a las que por precariedad no pueden dejar las faldas de los cerros ni construir sus viviendas de material noble, así como a quienes, simplemente, se descuidaron. Si ya estamos sobre el río, habrá que empezar a remar con fuerza. 

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