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El designado ministro del Interior, Carlos Basombrío, ha anunciado una drástica reducción en el número de generales de la Policía Nacional, lo cual es positivo para hacer una institución más dinámica, sin tanta burocracia, sin “vacas sagradas”, con más agentes en el llano que en la cúpula y donde el alto mando sea ocupado realmente por los mejores de entre los mejores.

Sin embargo, es de esperarse que la salida de los generales se haga siguiendo criterios objetivos y técnicos, y no como en el pasado, en que se dejó afuera a varios buenos elementos que pudieron seguir dando mucho a su institución y al país. Una muestra de ello es lo sucedido en octubre de 2011 con la salida de 30 oficiales de máxima graduación.

Sería un gran error si para esta nueva “reingeniería” o “purga” de oficiales el sector Interior se basa en criterios como el compadrazgo, la amistad o el agradecimiento por la información que algún efectivo haya dado al nuevo ministro para realizar hasta hace muy poco su trabajo de analista y comentarista en temas de seguridad ciudadana y violencia callejera.

El futuro ministro Basombrío tiene una gran oportunidad para mostrar en la práctica su valía y su conocimiento teórico de la materia. Si lo logra, el país entero, que día a día sufre los embates de los asesinos, asaltantes, “marcas”, extorsionadores y demás, se lo agradecerá. Si no, será uno más de los tantos titulares del Interior que pasaron por ese despacho sin dejar una huella positiva.