De acuerdo con un estudio del Banco Mundial, entre 1988 y 2008 los ingresos del 1% de los más ricos del mundo había aumentado en 60%, mientras que los ingresos del 5% más pobre no había sufrido ningún cambio. El Perú ha caído dos posiciones en la tabla del Índice de Desarrollo Humano entre 2013 y 2014.

En este contexto, un artículo reciente publicado en El Comercio por Alfredo Bullard sostiene que las ONG, los organismos internacionales y las organizaciones que buscan reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida de las personas son responsables de la destrucción del sistema de incentivos que genera, precisamente, el desarrollo y la reducción de pobreza. Ello, dice, porque generan “un círculo vicioso de dependencia, en el que los pobres viven de un asistencialismo que impide el desarrollo de actividades económicas y el aumento de la productividad”. Esta sería la posición libertaria frente a la pobreza. Sin importar cuánto tiempo y cuántas generaciones le tome a una familia escapar de las trampas de la pobreza.

La evidencia empírica demuestra que los hijos de una madre desnutrida tienen más probabilidades de nacer prematuros y con bajo peso. Que el 28% de las mujeres embarazadas en el Perú sufre anemia, siendo en Huancavelica el 54% y en Puno el 51%. Que la anemia es una de las causas de hasta 40% de los casos de muerte materna.

Que esos niños, los hijos de una madre desnutrida y pobre, tienen menos probabilidades de tener una buena alimentación, lo que reduce sus posibilidades de desarrollar habilidades cognitivas. En sencillo: un niño desnutrido no aprende. Y con una gran población sin educación ni capacidades, con un capital humano poco desarrollado, un país tiene límites para desarrollar su productividad. Según el Banco Mundial, US$50,000 millones se pierden anualmente a nivel mundial como consecuencia del efecto de la anemia en la productividad de los países. ¿Cómo pretende entonces Bullard que se desarrollen actividades económicas y aumente la productividad si no se implementan programas públicos “asistencialistas”?

Lo curioso de artículo de Bullard, además, es que pretendiendo ser liberal es proteccionista. En efecto, según él, al proveerse de zapatos a niños descalzos se estaría impidiendo el nacimiento de la industria de calzado en los países asistidos. “Protejamos el mercado de las donaciones, impulsemos la ‘sustitución de donaciones’ por producción nacional en los países pobres”, estaría proclamando Bullard. Vaya, vaya, cosas del Orinoco.

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