Venezuela está al borde del estallido y una vez que Nicolás Maduro y el chavismo caigan por el bien de sus ciudadanos y de la región, el Perú bajo el mandato de Pedro Pablo Kuczynski será uno de pocos países de la región que podrá mostrar una postura firme desde un inicio y muy decidida, la cual seguramente hará sonrojar al expresidente Ollanta Humala, a sus antiguos escuderos que hoy casi le dan las espaldas y a parte de la bancada del Frente Amplio.

La reacción del chavismo putrefacto ante el descontento expresado en las calles no hace más que ilustrar el nivel de degradación de un régimen que tiene como rostro visible no solo a Maduro, sino también a un personaje como el diputado Diosdado Cabello, quien en las últimas horas ha amenazado a los líderes de la oposición con la “visita” de sus esbirros de los servicios de inteligencia, esos que hace unas semanas infiltró en Lima para seguir a un legislador en visita oficial a nuestro país.

Una vez que caiga el chavismo de segunda que mantiene Maduro tras la muerte de Hugo Chávez, el actual Gobierno peruano podrá exhibir unas impecables credenciales democráticas que pasan hasta por el retiro definitivo de nuestro embajador en Caracas, algo que muchas democracias de la región no se han atrevido a hacer por razones que en su momento ojalá sepan explicar, pues ante una semejante dictadura no basta expresar “condenas”, sino adoptar acciones.

Los que también tendrán que darnos una explicación deben ser Humala -quien por cinco años tuvo condicionada la postura peruana ante la dictadura venezolana por su “amistad” y quizás su “deuda” con el chavismo (la cual vendría desde los tiempos de las campañas con polos rojos)- y los legisladores de Frente Amplio que no quieren aceptar como héroes a los comandos de Chavín de Huántar, pero que aplauden al régimen de Maduro y el matón Cabello.

Al chavismo le falta poco, por lo que sus defensores locales ya deberían ir alistando sus “argumentos” para tratar de justificar sus posturas vergonzosas ante los atropellos de una dictadora corrupta, generadora de miserias y abiertamente violadora de derechos humanos, esos que dicen defender nuestros “progres” que solo saben criticar los excesos de Alberto Fujimori, sobre quien han hecho “carrera política”, pero que se quedan mudos ante lo que comete el amigo “Nico”.