Acertada decisión del Congreso de la República la de citar al Canciller para que explique cuál es la exacta posición del Perú en el conflicto Israel-Palestina. Si se llama al embajador en consulta, por los sucesos en Gaza y luego se dice que el Perú no califica las agresiones mutuas para que, finalmente, el propio ministro adjetive de intolerable el bombardeo israelí, realmente no sabemos qué postura ha tomado el gobierno. Si uno revisa el portal del Ministerio de Relaciones Exteriores constará cómo hasta ahora se relievan las vinculaciones del Perú con los países árabes impulsadas desde la III Cumbre América del Sur – Países Árabes (ASPA 2012). Eso me parece bien pero no la inexistente mención en esa web a la relación bilateral con Israel. Contradictorio si lo cotejamos con el objetivo del presidente Humala al realizar hace pocos meses una gira al Medio Oriente que incluyó intensa agenda en Tel Aviv y Ramala. Por cierto, visitó la tumba de Yasser Arafat pero no la de Yitzhak Rabin, ambos personajes emblemáticos de la lucha por la paz entre los dos pueblos. Es verdad que los acontecimientos recientes ameritan nueva postura, pero hay que decirla claramente. Porras era enemigo de las medias tintas, por eso renunció luego de desnudar su posición sobre Cuba en San José de Costa Rica, en 1960. Poco hemos aprendido del ilustre diplomático e historiador. El Perú, que participó con el embajador Arturo García Salazar en la Comisión UNSCOP de la ONU, que propuso en 1947 la creación de los dos Estados, fue de los primeros en reconocer a Israel y recién en el 2011 lo hicimos con Palestina. Se debe decidir y tendremos que tolerarlo porque constitucionalmente es el gobierno, con el Presidente de la República a la cabeza, el que dirige la política exterior.