¿Qué nivel de importancia tiene que los candidatos a la Presidencia de la República sean conscientes de que la corrupción frena el desarrollo del país? Altísimo. Urgente. Digamos que junto a la inseguridad ciudadana son los dos temas que atan de pies y manos al país.

Por un lado está el Estado, que mediante sus instituciones fiscalizadoras tiene la obligación de controlarse a sí mismo. Por el otro, los partidos políticos que ostentan el poder. Cuando hay intereses subalternos, ambos colisionan en perjuicio de la ciudadanía.

Por eso, es necesario que tanto el Estado como los partidos políticos ejecuten un trabajo coordinado para reducir los índices de corrupción. El primero, fortaleciendo sus órganos de control, haciéndolos más independientes; mientras los segundos, postulando a mejores autoridades y funcionarios.

Si ambas instituciones no funcionan en paralelo, no habrá mecanismo controlador que reduzca las cifras de corrupción. Por ahora somos un país lleno de ejemplos de que el Estado y los partidos cojean en sus funciones, de ahí que los compromisos electorales deben apuntar a superar esta discapacidad.

Sabemos que un papel no manda, que al final muchos de los acuerdos electorales solo han servido para las tribunas. Pero serán los ciudadanos quienes les recuerden a sus autoridades los compromisos de lucha anticorrupción asumidos en la campaña y que los partidos políticos se hagan responsables de las personas a quienes proponen para un puesto público.

En el Perú estamos cansados de hablar de corrupción, de que las leyes no son suficientes, de que siempre es lo mismo y debemos agachar la cabeza. Honremos los compromisos con el país. Empecemos ahora.