GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

¿Que no existen más abogados en el país que Gerardo Eto Cruz para asesorar al Ministerio de Justicia en la reforma del Código Procesal Constitucional (CPP)? ¿No podrían buscar más especialistas que el exmiembro del Tribunal Constitucional? Digo, ¿por qué no llamar a otros expertos en la materia que no tengan acusaciones fiscales?

Ojo, no dudo de la capacidad de Eto Cruz como connotado letrado, sullanero que fuera docente en materia constitucional en la Universidad Nacional de Trujillo y de quien siempre escuché buenos comentarios sobre su capacidad de enseñanza, además del tipo de persona. Sin embargo, hay una acusación fiscal pendiente en su contra en un caso de soborno (involucra al exalcalde de Chiclayo, Roberto Torres).

Es decir, “la mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo”. Y el Presidente Pedro Pablo Kuczynski comenzó su gobierno afirmando que sería implacable para garantizar una gestión transparente, sin dudas ni especulaciones sobre la idoneidad de sus miembros. Al menos ese fue el mensaje subliminal de su primer discurso.

Y si fuera el gobierno de Keiko Fujimori el que pusiera a Eto Cruz en la reforma del CPP, créanme, tal vez no hubiera crítica a esta decisión, como tampoco en el “primer gran error” de meter a Carlos Moreno a asesorar en temas de salud sin saber el pasado de este personaje. No.

La ministra de Justicia, Marisol Pérez Tello, dice que no hay una sentencia por corrupción en contra del constitucionalista convocado. Dice la verdad. Pero, ¿por qué exponerse a caminar en la delgada cuerda de la duda ciudadana? Peor aún, ¿por qué darle carne al león hambriento de la oposición en el menoscabo de la imagen del gobierno?

La verdad es que Eto Cruz es un profesional reconocido, pero exponerlo de esa manera lo hace una presa fácil para la política de carroña que anota cada pisada en falso del oficialismo. Vamos a ver cuál es el siguiente jale de Kuczynski, en esa acumulación de desatinos que empieza a hacerse costumbre.