Carretera Central: Innecesario padecimiento
Carretera Central: Innecesario padecimiento

El cierre de la Carretera Central producto de los desbordes del río Rímac tomó este año ribetes de especial gravedad, al punto que se ha tenido que cerrar por varios días, con el consecuente impacto en los precios de los alimentos en la Capital. Pero si esto es triste, más lamentable es saber que se pudo evitar.

No se evitan los embates de la naturaleza, claro, pero sí los impactos pueden mitigarse, cuanto menos. Pero aquí se avanza muy lento en todo. En 1997 el Ministerio de Transportes y Comunicaciones ya contaba con un Programa de Concesiones Viales - fue el primer ministerio que trabajó orgánicamente el tema de las asociaciones público-privadas en Perú - compuesto por once redes viales. La idea entonces era concesionar tramos de alto tráfico con otros de bajo tráfico, para que el inversionistas privado asumiera algunos riesgos. Como parte del Plan, la Red Vial 5 comprendía el tramo Ancón-Pativilca (Panamericana Norte) junto a la transversal Lima-Canta-La Viuda-Huayllay-Cerro de Pasco. La Red Vial 6 incluía el tramo Pucusana-Ica (Panamericana Sur) junto a la transversal Cañete-Lunahuaná-Negro Bueno-Huancayo.

En 2003 y 2005 se concesionaron ambas redes pero mutiladas. Como a la casi totalidad de las otras redes del Programa de Concesiones Viales, les mutilaron los tramos transversales, para sacarlas más rápidamente al mercado, ofreciendo sólo la “carnecita” de la Panamericana. ¿El resultado? Hasta ahora están haciendo las autopistas costeras y no pudimos contar con esas dos transversales complementarias del acceso centro a Lima, que pudieron estar listas hace quince años, que aliviarían hoy la hiper-congestionada Carretera Central y servirían de alternativas al colapso vial de estos días.

A esos dos segmentos de Panamericana al norte y sur de Lima se les siguió llamando “redes”, cuando en realidad no son sino meros tramos. El concepto de “red” cedió a la prisa del gobierno de entonces por sacar proyectos a como dé lugar. Y pensar que el mismo régimen, por esos mismos años, sacó el IIRSA Norte (Paita-Yurimaguas) en concesión, con un altísimo cofinanciamiento estatal, que bien pudo destinarse a las Redes 5 y 6 en su formato original, es decir, incluyendo las transversales. Buen ejemplo de que cuando prima la mala política sobre los buenos proyectos, terminan convirtiéndolos en pésimos.

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