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Mucha indignación es lo que deben haber sentido miles de peruanos el domingo último, luego de que el programa Panorama denunció que al penal Miguel Castro Castro ingresan, con la venia de las autoridades del Instituto Nacional Penitenciario (Inpe), materiales de construcción para refaccionar celdas, mayólicas, equipos de sonido, hornos microondas, televisores y hasta arañas para colocar focos en los techos.

Sin embargo, lo que más indignación debe haber causado es la explicación que dio a dicho programa el aún jefe del Inpe, Julio Magán, quien aseguró que según nuestra legislación, un recluso solo está privado de su libertad y no de otros beneficios. Aseguró que todos los materiales señalados en el reportaje habían entrado al penal con el permiso de las autoridades, y que si hay algo irregular, se “investigará”. Punto final.

Y al terminar sus declaraciones a Panorama, como para justificar el desmadre y el relajo que reina en Castro Castro, el funcionario señaló que en dicho penal se hacen muchas cosas buenas, como poner a trabajar a los reclusos, hacerlos participar en talleres y llevar a cabo concursos de gastronomía, entre otras actividades que, en verdad, a la luz de lo mostrado, no sirven para evitar que la corrupción y el delito sigan campeando.

Si este gobierno de verdad busca combatir la extorsión y el crimen, debería poner orden en los penales, donde aparte de las gollerías que tienen los reclusos más prontuariados con la venia del Inpe, también ingresan teléfonos celulares y decenas de chips para cometer extorsiones, tal como se comprobó en una de las recientes requisas mostradas por dicho programa de televisión. Incluso se aprecia el cuaderno con la lista de víctimas de este delito.

Como lo he venido sosteniendo en este espacio, el Inpe debe ser una columna vertebral en la lucha contra la delincuencia que nos aqueja, por lo que el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos bien haría en reformar dicha institución, comenzando por el cambio de sus cabezas, que creen que dar gollerías a reclusos es fomentar su resocialización, o que afirman que todo está bien en Castro Castro porque cada Navidad se produce el panetón “San Miguelito”.

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