Hasta el viernes pasado, según el Minedu, la huelga aún se mantenía en 18 regiones con alta intensidad (más del 50%) y el resto con una baja intensidad (alrededor del 30%), salvo el Cusco, que estaba con un alto nivel de clases en los colegios. La huelga de los maestros había bajado, pero se mantenía con fuerza. 

Si bien era y es justa la búsqueda de un reconocimiento a su estatus y a su dignidad por parte de los maestros, sin duda los alumnos de menores recursos se han visto afectados seriamente en sus aprendizajes, y se iban a seguir desfavoreciendo mucho más si la huelga continuaba. Por eso, la suspensión del movimiento huelguístico magisterial es una buena noticia. El Gobierno y el Ministerio de Educación han hecho un esfuerzo por satisfacer demandas laborales y remunerativas, que son avances; sin embargo, el camino es muy largo para la valorización de la profesión docente. Se requiere asumir lecciones para avanzar en el fortalecimiento de la carrera en base al reconocimiento efectivo de méritos con aumentos diferenciados, así como con mejores condiciones de trabajo para mejorar la calidad de los procesos educativos en las escuelas.

Es indispensable tomar las medidas para compensar en parte las clases perdidas extendiendo el año escolar incluso hasta el 31 de enero, teniendo en cuenta cada realidad, más aún cuando hubo retrasos en el inicio de las labores en varias regiones por el fenómeno El Niño Costero. Me parece que sería bueno posponer para el próximo año la evaluación de desempeño a fin de mejorar y asegurar validez técnica y confianza en los maestros. Esta evaluación debe mantenerse y deben ampliarse las de nombramiento, ascensos y para cargos directivos. Hay que mirar el futuro con preocupación, realismo y optimismo, potenciando la escucha, el diálogo y la receptividad a los educadores profesionales y demás actores involucrados para poder avanzar.