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Lo más trascendente es que los colombianos quieren la paz y ello salta a la vista del discurso del presidente Juan Manuel Santos y del líder de las FARC, Rodrigo Londoño “Timochenko”, ayer en el Teatro Colón de Bogotá, durante la firma del acuerdo de paz definitivo que ahora sí pone fin a más de 54 años de violencia estructural en el país. La actitud para la paz es lo que se debe supervalorar en la negociación y solamente un cretino o un mezquino podría desear lo contrario. No existe acuerdo perfecto como una exigencia entre las reglas y técnicas de la negociación. Las partes -el gobierno y los alzados- nunca renunciaron a sus aspiraciones maximalistas, pero con esas posiciones jamás se puede aspirar a resultados óptimos. Las partes lo entendieron desde que comenzaron el proceso en La Habana hace más de 4 años y por eso apenas se conoció el resultado del plebiscito que obligó a efectuar las correcciones correspondientes, sin pérdida de tiempo los negociadores de ambos lados no claudicaron en seguir esforzándose para llegar al acuerdo que ayer fue suscrito. Los partidarios del No pueden estar satisfechos porque gran parte de sus peticiones fueron recogidas, entre ellas, garantizar la solidez de la institución familiar que los grupos evangélicos colombianos tanto reclamaban, así como la no especificación de porcentajes de financiamiento para el proceso de ingreso a la civilidad de las FARC -en el acuerdo anterior se había referido un monto de hasta el 10% del presupuesto-; asimismo, la decisión de no incorporar el acuerdo en la Constitución colombiana -irá en artículo transitorio aparte fundado en la buena fe, para asegurar que los futuros gobiernos lo respeten-; el establecimiento de cárcel o restricción de la libertad en las zonas veredales que son espacios transitorios de normalización para quienes hayan tenido responsabilidad penal; el juzgamiento por jueces colombianos en la jurisdicción especial para la paz en que, además, podrá contarse asesoría de juristas extranjeros; y, medidas atenuantes para quienes habiendo tenido alguna relación con el narcotráfico, coadyuven con la justicia proporcionando información detallada y exhaustiva. Para su vigencia seguirá ahora su aprobación por el Congreso de ese país. La paz, guste o no al expresidente Uribe, se hizo sobre todas las cosas.