Por primera vez en Lima, del 2 al 4 de diciembre se llevará a cabo la VIII Cumbre Mundial de Comunicación Política, evento en que políticos, estrategas de campaña y comunicadores de varios países discutirán sobre las últimas tendencias y herramientas en temas como las campañas electorales, la relación entre política y nuevas tecnologías, la comunicación gubernamental, los medios y la opinión pública y el rol político de mujeres y jóvenes. Estaré en dicho evento dictando una breve conferencia.

En tiempos electorales, este encuentro nos cae como anillo al dedo. Las elecciones van a ser mucho más complejas de lo que marcan las encuestas, donde va a ser necesario apelar a un innovador marketing político, pero además será imprescindible echar mano a un sentido de la responsabilidad de los candidatos para que quien resulte elegido no contribuya más al desencanto del elector. No con los candidatos, sino en general, con la legitimidad de los gobernantes y con la democracia. Tal es la gravedad y la seriedad de lo puesto en juego, aunque no nos demos cuenta.

La tarea de gobernar es, en sí misma, un gran proceso de comunicación política. El buen gobierno debe lograr impacto en la gente. Y esta debe percibir el mensaje: “Estamos gobernando bien porque lo hacemos para tu beneficio”. Cuando no se da el impacto ni queda claro el mensaje, significa que el Gobierno va mal. La comunicación política -sobre los asuntos de la polis- se trunca y el Gobierno desfallece.

Hemos vivido buenas campañas con malos gobiernos. Y es que el marketing político, siendo sumamente importante, no agota la temática de la comunicación política. Por ello, la presencia de conferencistas de más de una decena de países de América y Europa en esta cumbre nos proveerá de un espacio de discusión y conocimiento no solo para ganar elecciones, sino para encontrar condiciones que permitan consolidar gobiernos con la sostenibilidad indispensable para conducirnos al desarrollo.

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