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Durante esta semana de representación, 95 de los 130 congresistas arriban a sus regiones de origen con el objetivo de conectarse con la gente y dejar de lado el debate político propio del hemiciclo. Sin embargo, esta gran oportunidad para escuchar la expectativa ciudadana acerca de la labor del Congreso de la República no debería confundir el verdadero rol de los legisladores.

Si bien la gente tiende a confundir la labor de las autoridades, creyendo que las funciones de un parlamentario pueden ser similares a las de un alcalde o un gobernador regional, incluso para solicitarle empleo o más presupuesto para obras, esto puede crear un desconcierto a la hora de exigir una digna representación en el Legislativo.

Por el lado ciudadano, se crea una falsa esperanza de que un congresista puede solucionarle los problemas básicos, como los servicios de agua, desagüe y energía eléctrica, cuando en realidad eso le corresponde a otros sectores del Estado. De ahí que los pobladores sientan que algunos congresistas solo llegan a escuchar y no ofrecen ninguna solución.

Por parte de los legisladores, también se corre el riesgo de que confundan que la semana de representación solo sirve para hacer vida política y justificar los gastos en el Congreso. Asimismo, pierden la chance de volver a conectarse con la población y ayudar a los ciudadanos, vía proyectos de ley, para una mejor convivencia. Tampoco ofrezcan lo que sus facultades no les permiten.

Ojalá que los parlamentarios de provincias sepan aprovechar estos días para volver con un panorama más amplio sobre qué temas legislar en busca del bien común, en vez de enterarnos luego sobre el mal uso del dinero público que podrían haber hecho durante su corta estadía. 

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