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El ministro de Propaganda, perdón, el titular de Cultura, ha deslizado en una entrevista que PPK está construyendo un personaje, supongo que una especie de Mujica empresarial, como sostiene Fernando Vivas. Más que un personaje, el Presidente actúa de manera natural. El hombre es de por sí expansivo. A PPK le fascina bromear. Los problemas llegarán cuando las vacas gordas terminen y la sonrisa de Mona Lisa se transforme en una mueca de Munch.

Ahora bien, esto de la “construcción del personaje” forma parte de nuestra psicología nacional. Aquí la gente se recicla a velocidad de mototaxi. El ejemplo perfecto es Álvarez Rodrich, un Rastignac mediocre y torticero que se alucina la conciencia moral de la nación. Desde su columna, acaba de insultar nuevamente a un Cardenal de la Iglesia Católica. ¡Cómo construyen personajes estos individuos! Ahora intentan hacernos olvidar su pasado, pero el que mejor ha examinado la historia de este Rastignac torticero ha sido el gran Pepe Barba cuando escribió: “En 1993, en plena consolidación de la dictadura fujimorista, el señor Álvarez Rodrich, hoy rabioso demócrata y paladín de la transparencia, le dio un puntapié a sus convicciones libertarias y, con resolución suprema firmada por Fujimori, se sentó orondo y con la billetera llena como miembro del Consejo Directivo de Osiptel. En 1998, en pleno apogeo de la corrupción montesinista y ya puesta en marcha la ilegal re-reelección, ejerció a sus anchas la presidencia de Osiptel. Por esos días, no posaba como ahora con los brazos cruzados y la frente en alto; solo era un burócrata servil y oscuro que caminaba cabizbajo detrás de los líderes fujimoristas que, con un chasquido de sus dedos, le indicaban cuándo acercarse”.

Un chasquido de otros dedos. Ese es su nivel.

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