El régimen de Nicolás Maduro se vale de su poder omnímodo traspasado conforme el absolutismo medieval por el desaparecido Hugo Chávez, para buscar aniquilar al indefenso Leopoldo López, indiscutible líder de la resistencia en su condición de preso político, que viene soportando la arremetida abusiva del poder chavista. La reciente ratificación de su condena a más de 14 años de cárcel, refleja el capricho y la terquedad de un presidente obsecuente que ningunea sistemáticamente a la oposición democrática reflejada en la Mesa de la Unidad Democrática, que por más que domine legítimamente en la Asamblea Nacional (Parlamento venezolano), no puede hacer más de lo que sus fuerzas democráticas y lícitas le permiten. Maduro cuenta controla política y militarmente el país y por eso se ensaña con Leopoldo.

No olvidemos que el Parlamento ya calificó el abandono de cargo del presidente de la República con lo que las actuaciones de Maduro, que además controla a su antojo a todo el aparato judicial venezolano, son inconstitucionales e ilegales. Todo el peso del brutal abuso contra Leopoldo López lo único que hace es configurarlo como el luchador emblemático por la libertad de su pueblo. El presidente gendarme quiere que López desespere, pero no lo va a conseguir pues el exalcalde del Chacao, distrito caraqueño, cuenta con una inteligencia emocional muy sólida y gracias al activismo de su mujer, Lilian Tintori, pegado al amor de sus hijos que no ve, el mayor preso político de Venezuela cuenta sus mayores fortalezas. En otras circunstancias devenidas de las actuales, hace rato que López ya sería presidente de Venezuela. Mientras siga encadenado como Segismundo, lo único que queda es maximizar que su integridad sea conservada impoluta, pues esa sería la única garantía para que la Corte Penal Internacional atenúe a Maduro la montaña de imputaciones que se le vienen.