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Todos los esfuerzos que se hagan para luchar contra la corrupción que nos agobia, ya sea a través de la modificación de leyes, de la creación de comisiones, del nombramiento de “zares” o de enérgicos discursos -sean o no para las tribunas-, caerán en saco roto si no hay una real limpieza de malos elementos en el Ministerio Público y el Poder Judicial, que son los que finalmente tendrán que investigar y aplicar sanciones a los sindicados.

Un punto importante consiste también en fortalecer la Contraloría, esa a la que se le escaparon las tortugas ante lo sucedido, por ejemplo, en los gobiernos regionales de Áncash y Tumbes, y en la Municipalidad Provincial de Chiclayo. Sin embargo, si esta institución hiciera una eficiente labor de detección de malos manejos antes de que lo haga la prensa o los ciudadanos de a pie, nada se logrará si malos fiscales y jueces optan por el camino de la impunidad.

De nada valdrá la llamada “muerte civil” si tenemos fiscales que no investigan bien y jueces a los que les tiembla la mano a la hora de aplicar las leyes que tienen al frente, sea por falta de capacidad o porque son “aceitables”. Ahí vemos su deficiente accionar en la lucha contra la delincuencia común. El mismo escenario tendríamos en el campo del combate a la corrupción si existen magistrados que nadie sabe cómo llegaron al sistema de justicia.

Tenemos fiscales y jueces que son excelentes profesionales y además muy valientes como para exponer su vida al momento de sancionar a criminales de alto vuelo, para luego irse a sus casas en un taxi Tico cargando los expedientes. Los he visto trabajar así en el norte del país. Pero lamentablemente también están esos que se venden por unos cuantos billetes que hay que marcar con tinta invisible a fin de que luego no traten de negar lo innegable. A esos hay que sacar.

Todo quedará en buenas intenciones y en una mecida más si no hay cambios drásticos en el Ministerio Público y el Poder Judicial. Los magistrados dicen que son autónomos y que son ellos los que tienen que autorreformarse. Saltan hasta el techo cada vez que se insinúa que se viene una reforma desde fuera de sus instituciones. Bueno pues, que lo hagan de una vez para que ayuden a limpiar el país de corruptos y corruptores. 

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