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El próximo gobierno debe liderar una cruzada por el Sur. Esta cruzada implica que el nuevo gobierno se comprometa realmente con todas y cada una de las necesidades de nuestros hermanos del Sur. Es imposible comprometerse con estas necesidades si se ignora de antemano en qué consisten esos problemas. Para conocerlos, urge un gobierno que recorra palmo a palmo el Sur, que conozca pueblo a pueblo lo que la gente precisa, que haga tailoring en políticas públicas y que se mude por periodos al frente de batalla. Los buenos generales, los grandes líderes de la historia hacen eso, se mudan al frente de batalla, recorren la línea de trincheras, se mezclan con los combatientes y de allí emergen las grandes arengas que cambian el rumbo de los países.

Los líderes de verdad conocen el terreno de sus guerras y dominan el escenario de sus victorias. La grandeza se construye precisamente así, conduciendo a todo un pueblo porque se conoce al pueblo de verdad. Lo que está haciendo Keiko Fujimori con su viaje al Sur es una prueba de gran estrategia, porque toma el toro por las astas y va donde las papas queman. Ahora bien, el que va al Sur como candidato tiene que regresar al Sur como presidente e iniciar desde allí una presidencia para todos los peruanos, una presidencia auténticamente descentralizada, pro-regional, que dé a cada uno según sus propias necesidades, según su auténtico derecho. Después de todo, eso es la justicia (Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi).

El próximo gobierno tiene que gobernar desde el Sur, para el Sur y por el Sur. En nuestro Sur se decide el futuro y la viabilidad del Perú como país pivote en el Pacífico. Se debe gobernar desde Puno, no desde Nueva York. Esta generación tiene que transformar el Sur en el gran pulmón de la riqueza nacional.