Con motivo del inicio del año escolar, el presidente de la República ha planteado una serie de desafíos para el 2021. Este discurso estaría bien si hubiese sido pronunciado el 28 de julio del 2011 cuando se puso en marcha la actual gestión gubernamental, pero ya han pasado casi 4 años. Y lo que corresponde es mostrar resultados para plantear, a partir de allí, expectativas de continuidad y metas superiores para el futuro.

Con respecto a los maestros, se plantea aumentar el doble de sus sueldos al 2021. ¿Y por qué no se han incrementado sustantivamente en casi 4 años de la gestión educativa actual del sector con proyección al 2016?

Todo ello se plantea en el marco de una reforma magisterial que afirman avanza exitosamente en el marco de proceso de revaloración docente.

¿Pero esto es así? Evidentemente, no. Veamos qué ha pasado con la implementación de la Ley de Reforma Magisterial después de 2 años y medio. Se han reubicado (no son ascensos), mediante la aplicación de una sola prueba de lápiz y papel, únicamente a 24 mil docentes aproximadamente de la III a la VI estando aproximadamente el 75% en la III y IV; no se ha pagado mayormente las bonificaciones por cargo a directores y subdirectores; ni se ha nombrado a la primera escala magisterial a ningún maestro, manteniéndose a más de sesenta mil en condición de contratado. Se tiene un escalafón meritocrático incompleto sin profesores en la sétima y octava escalas por lo menos hasta el 2025; y, algo importante, no se aplica la reclamada evaluación de desempeño ni están previstos concursos para ascensos. En lo referente a un programa amplio de capacitación magisterial a cargo de las mejores universidades pública y privadas, no se tiene mayor conocimiento respecto a las metas logradas.

Por lo tanto, ¿de qué reforma magisterial estamos hablando? Más bien en el año y un poco más que falta se debiera recuperar el tiempo perdido.