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Sorprende la muerte de Fidel Castro y las reacciones ante la misma. Cuántos habrán imaginado este día que finalmente llega, con el transcurrir del tiempo, por vejez. El dictador sobrevivió a diez presidentes norteamericanos, insistiendo en cambiar el mundo con la revolución comunista. Muchos gobernantes han dado las condolencias a los cubanos. Unos han sido empáticos, pero otros celebran sin cesar.

Castro fue un dictador hasta su último día. Los cubanos hoy no pueden hablar libremente, ni ir donde quieren, ni conectarse a través de internet en el siglo XXI. No estudian lo que quieren, no comen lo que eligen y sus conversaciones son grabadas. Los opositores son perseguidos y encarcelados. A veces se les libera rápido, otras no sabemos. La Cruz Roja Internacional jamás ha podido entrar a una cárcel y nunca se ha sabido con certeza cuántos presos políticos hubo en la isla.

Castro era carismático, buen orador, líder, se protegió de más de 600 atentados, pero nunca logró conectar con todo su pueblo. Eso prueba que la libertad está ante todo y que cuando esta se restringe es imposible seguir, aunque se tenga educación y salud. Hoy, los países americanos debemos apoyar a los cubanos para que alcancen en paz su destino posFidel. Pero recordemos. Miles de cubanos fueron encarcelados y muchos asesinados por oponerse a Fidel. A diario familias enteras se lanzaban al mar en balsas para llegar a costas norteamericanas buscando ser libres. Miremos hacia adelante y apoyemos la libertad y la paz sin olvidar, porque Fidel no solo marcó a Cuba, nos marcó a todos.

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