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Los nombramientos de Jorge Nieto Montesinos como ministro de Defensa y Salvador del Solar Labarthe en la cartera de Cultura han promovido una serie de cuestionamientos por el origen de ambos: el primero por su condición de sociólogo y el segundo por sus roles protagónicos en películas y novelas.

Sin embargo, para quien los elige, el presidente Pedro Pablo Kuczynski, es también una cuestión de confianza -tal como la ley le faculta- otorgarles a ambos personajes las investiduras correspondientes según crea conveniente. En el caso de Nieto Montesinos, el haber ocupado ya un ministerio (Cultura) lo hace elegible para cualquier otro cargo.

Aunque sabemos que en el Perú la cultura no ocupa un lugar preponderante -lo vemos a diario con las preferencias de los sectores mayoritarios-, ningún ministerio debería tener menos relevancia que otro, por más o menos tiempo que tenga en función.

Por eso, es sospechoso que mientras Nieto Montesinos era el ministro de Cultura nadie le haya saltado a la yugular, como ahora lo hacen en Defensa, un sector que ha sido manchado por actos de espionaje a políticos, empresarios y periodistas incómodos al anterior gobierno nacionalista. Acá es mejor una cara nueva que alguien con amigos a quien proteger.

Sobre Del Solar Labarthe tal vez sean más comprensibles -aunque no necesariamente las compartamos- las críticas de la oposición: al abogado y actor no se le conoce proyección técnica en el aparato público, sino más bien que siempre ha estado ligado a presentaciones escénicas.

Sin poner las manos al fuego por nadie, creemos que los ministros de Defensa y Cultura sabrán responder con trabajo ejecutivo, bajo el juramento público que hicieron hace poco ante el país; si no, la patria y la población lo reclamarán, y no solo a ellos. 

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